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26 de abril de 2024




Vuelta a España 2018

Subida al Monte Oiz. Infierno de hormigón

Subida al Monte Oiz. Infierno de hormigón
EsCiclismo.com · Competición Carretera · 13/03/2018

Tras una noche fría de invierno, el sol de la mañana ilumina una densa estela del color del humo sobre las campas de Muxika. Niebla baja. Humedad en el ambiente. El termómetro no supera los 5 grados. Es el clima vasco, lo conocen, lo respetan.

A pie de puerto, un grupo de ciclistas se prepara para el reto que les espera: la subida al Monte Oiz. Desde Munitibar, pasando por el Balcón de Bizkaia. Poco más de ocho kilómetros, mitad asfalto mitad hormigón. Sin duda será uno de los jueces de la próxima Vuelta a España.

Unos breves minutos para preparar las bicis y charlar distendidamente mientras vislumbran en la lejanía la cima. Todos ellos conocen lo que es el ciclismo. Todos ellos aman la bicicleta. En el ambiente se respira pasión y respeto por este bello deporte. Guiños de añoranza entre los mayores por los momentos pasados, ilusión en los jóvenes por los tiempos venideros.

Mikel Zarrabeitia e Iban Mayo, conocedores del puerto y oriundos de Durango, ejercen de guías marcando el ritmo al inicio de la subida. Es impresionante, y emocionante, ver como aquellos ciclistas con cuyos posters colgados de la pared crecimos muchos de nosotros, años después siguen pedaleando y manteniendo una forma con la que a muchos nos sacarían de rueda. Primeras rampas por carretera ancha. Dureza asumible hasta llegar a un desvío que nos introduce en la pista de hormigón. El estado de la carretera puede ser uno de los jueces inesperados de la etapa. A partir de aquí cinco kilómetros todo hacia arriba. Oiz empieza a mostrar su temible cara. Despiadado.

"Id regulando. Mejor no gastar mucho aún", la voz de Zarrabeitia frena el ímpetu de Ibai e Igor, dos de los jóvenes del Burgos-BH que en unos meses volverán a afrontar esta subida. Esa vez será ya en competición, el momento llegará dentro del marco excepcional de la Vuelta a España. La ilusión por llegar ahí les empuja.

Pasamos un primer kilómetro sobre hormigón con una media del 14% y una dura rampa al 19%. Todavía estamos al principio. ¿Todavía estamos al principio?

Subida a Monte Oiz. Infierno de hormigón

El segundo kilómetro se aventura igualmente duro, cuando de repente… ella. Siempre ella. Una rampa del 25% se avecina ante nuestros ojos. "Aquí viene lo más duro" acierta a decir Iban. Jadeos, respiración profunda, piñones subiendo. "Por aquí solía hacer series" recuerda Mikel "con un 41/23, y hasta donde llegaba". Por la cabeza se nos pasa cómo serían esos entrenos. Sabor a épica, historia del ciclismo. Tras esos metros infernales un pequeño `descansillo´ y oxígeno para las piernas.

"Comenzamos el remate final. Desde aquí, todo es pendiente hacia arriba y cada vez más duro", nos guía Mayo mientras se abre el maillot y coloca sus gafas sobre el casco. Sabe lo que se avecina, se prepara el final de la batalla.

Al fondo vislumbramos por momentos la hilera de aerogeneradores que nos transmiten que el final está cerca. Pero, la mirada avanza más rápido que las piernas. Surcos en la carretera hacen aún más dura la subida. "Arreglarán esto para cuando vengamos con La Vuelta", acierta a comentar Ibai, mitad convencido mitad esperanzado. Estos últimos kilómetros de subida han dado la cabeza del grupo a Ibai Salas e Igor Merino, se nota la frescura y juventud en las piernas, ritmo de competición.

Para ellos éste es un año ilusionante. Salto a Continental Pro y ante sí el reto de la Vuelta a España. "Ilusión, mucha ilusión, y respeto. Miedo nunca, pero respeto siempre".

Algunos pulsímetros empiezan a marcar máximas de 190 PPM. Miradas al suelo, gargantas secas. Quien puede, baila sobre la bici; el resto intenta hacer camino a golpe de riñón. Así llegamos a la senda flanqueada por molinos de viento. Hoy, ellos son nuestros únicos espectadores, pero en unos meses estos arcenes estarán llenos de aficionados. Un pasillo humano abriendo paso al desgranado pelotón, uno a uno, una batalla individual contra uno mismo.

El cuarto kilómetro al 12,4% de media se acumula ya sobre las piernas haciéndolas duras y pesadas. Y, por fin, la conquista de Oiz comienza a verse real. Último kilómetro y cima. En este punto y aprovechando un descanso la grupeta se ensancha ocupando todo el ancho de la carretera. Complicidad. Hoy todos somos uno. Dejamos atrás los últimos metros de hormigón rugoso y podemos echar pie a tierra para divisar desde la cima unas vistas difíciles de describir con palabras.

"No es una subida larga pero, aquí a nada que vayas mal, no hace falta mucho para que te piquen 30-40 segundos", confirma Mikel. Iban asiente, "va a marcar diferencias. Es una etapa del final de Vuelta y el cansancio acumulado pasará factura". "Es un día para escaladores, donde trataremos de buscar fugas y ser muy combativos", comparten Ibai e Igor. Palabra de ciclista.

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