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28 de marzo de 2024




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Volta a Catalunya: Rubén Peris, el señor de la Volta

Volta a Catalunya: Rubén Peris, el señor de la Volta
EFE · Competición Carretera · 20/03/2017

Rubén Perís, el presidente y director de la Volta a Catalunya, no tiene secretaria, pero seguramente no la necesita porque tiene más de cien voluntarios a su servicio que le hacen la vida más fácil, aunque eso no le impide que viva perpetuamente enganchado al móvil para solucionar los mil problemas, pequeños o grandes, con los que se enfrenta a diario.

Cien voluntarios que ejercen como improvisados conductores de coches o de motos, al frente de radio vuelta, como traductores, ayudando en tareas de organización, en los hoteles, en los traslados. Un ejército prácticamente a coste cero, ya que el 95% no perciben sueldo y se trata de personas que piden días de vacaciones en sus trabajos o ya son jubilados.

Desde hace mucho que Peris vive por y para la Volta, por eso hoy era un día especial en la primera etapa de la 97 edición. El director, o el presidente como le llaman el centenar de voluntarios del club que gestiona, se encarga de todos los detalles y delega poco.

EFE tuvo la oportunidad de vivir el día antes y la primera etapa junto a Peris para descubrir que la vida del director no es tan glamurosa como el Mercedes automático que conduce Santi Castrillo, su mano derecha y principal colaborador, deja entrever.

Para Peris la siguiente Volta empieza siempre al día siguiente del final de la última edición, pero también tiene un inicio. El suyo empezó en 1983, cuando ese gusanillo por los deportes que le inculcó su padre, le condujo hasta la organización.

Con 30 años trabajaba como responsable de una empresa de informática, pero llegó a la Volta para ayudar como voluntario. "Empecé realizando fotocopias, después de dieron más responsabilidades y me dediqué a la promoción de los sellos de la organización, porque entonces era una fuente de ingresos", asegura a EFE.

Después fue director deportivo de ciclismo en los Juegos de Barcelona 1992, jefe de gabinete de Relaciones Públicas y Comunicación de la Secretaria General del Deporte de la Generalitat de Cataluña, vicepresidente de la Federación Española de Ciclismo, de la Asociación Española de Organizadores de Carreras Ciclistas y después de la Internacional.

¿Experiencia como ciclista? Sonríe ante la pregunta. "Poca, muy poca y menos después de una operación de hernia discal que sufrí", resume.

Esta edición de la Volta se inició el día antes de que los ciclistas empezaran a rodar. A media tarde del domingo se reunió con los directores de equipo, después con los responsables de jurado para tratar sobre cuestiones relativas a las motocicletas en carrera.

Y todo ello mientras su vetusto Nokia con el que atiende llamadas profesionales y su ´smartphone´ personal no dejan de sonar. Después se reunió con el responsable de protocolo para decidir la distribución de los invitados en los coches para seguir la carrera e incluso decidió quién iba a entregar al día siguiente los diferentes maillots a los ganadores.

Abandonó pronto la cena, después de mantener mil conversaciones con todos, y fue el primero en aparecer la mañana siguiente por el comedor del hotel donde se hospeda para desayunar.

Pese a su habitual hiperactividad, antes de la primera etapa Rubén Peris se le veía especialmente nervioso. "¿Si es por los detalles de la carrera? En una pequeña parte sí, pero es por otra cosa que en unas horas se conocerá", responde.

Esperaba un correo electrónico que no acababa de llegar, hablaba indistintamente por los dos teléfonos y refrescaba (F5+F5+F5) sus dos cuentas de correo para ver si llegaba la esperada noticia.

Y sobre las 10:20 de la mañana, diez minutos antes de que tuviera que acudir a la zona de meta, llegó. Cuando todo el mundo supo que ASO, la empresa organizadora del Tour de Francia, gestionará durante los próximos cinco años todas las cuestiones comerciales y televisivas que genere la Volta.

Solo él sabe los años, los kilómetros y las llamadas telefónicas realizadas, las gestiones infructuosas iniciadas, las horas de sueño perdidas, los contactos y los viajes que ha hecho desde hace tanto tiempo para salvar la Volta. Hoy su suerte ha cambiado.

Así desde hace mucho, así hasta que hace un año se abrió una pequeña rendija con la posibilidad de que ASO entrará a gestionar esa parte comercial que a Peris tanto tiempo le ocupaba.

Una vez cortada la cinta, después de ondear su bandera roja, la misma con la que se estrenó como director en los Juegos de Barcelona, Peris se refugia en el santuario de su coche y su semblante se dulcifica, aunque a los dos móviles añade las cuatro emisoras de radio instaladas.

La conversación con Castrillo, el jefe de organización, le relaja. Está atento a cada vicisitud de la carrera, pero ya no sufre, disfruta.

Peris saca su mano desde la ventanilla y saluda continuamente. Castrillo acelera, el Mercedes se pierde por alguna carretera del Montseny y ambos sueñan con la siguiente edición o tal vez en la dentro de tres años, cuando la Volta celebrará su centenario y algo grande se ve venir.

Francisco Ávila
Foto: Volta a Catalunya

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