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Valverde: "Me encanta vacilar de mi arcoíris con la grupeta"

Valverde considera el Mundial “el colofón” a su trayectoria. Una carrera en la que echa de menos una medalla olímpica. Aquí la repasa con As.

Alcossebre
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Valverde: "Me encanta vacilar de mi arcoíris con la grupeta"
Chema Díaz

Ya lleva unas cuantas pruebas como campeón del mundo. ¿Cómo se siente?

Fenomenal, muy contento y muy honrado de portar el maillot arcoíris. Aunque nada se puede comparar a la explosión de felicidad que noté cuando crucé la línea de meta de Innsbruck. Ese grito y ese abrazo con Escámez (Juan Carlos, su amigo, masajista y confidente). Ufff, se pone la piel de gallina al recordarlo. Eso sí, no me veo diferente excepto por haber logrado ese ansiado título. Continúo igual, con las mismas ganas de entrenarme, de competir y de vencer.

¿Se respeta más a un oro mundialista dentro del pelotón?

Sí. Nunca me quejé del trato recibido anteriormente, siempre se me respetó, pero sí que se ha acercado más gente a felicitarme, y los saludos siguieron en Mallorca y Valencia, las primeras citas de 2019. Sobre la vigilancia, imagino que no cambiará. Me marcaban mucho antes y me controlarán mucho ahora.

Cuando se enfunda el maillot, ¿es consciente de tanta magnitud? ¿Le impone a usted y supone más presión, o impone a los rivales y se convierte en un plus de confianza?

A estas alturas de mi trayectoria deportiva existen pocas cosas que me pongan nervioso. Diría ambas cosas, ya que conozco la responsabilidad que conlleva vestir de arcoíris y sí que me ha dado tiempo a comprobar que los adversarios te miran diferente, como si fueras más temible, aunque no me siento más fuerte. Las piernas son las que son, y cada día será distinto.

Después de toda una carrera a la caza del Mundial, con otras dos platas y cuatro bronces, ¿luce bien lo que refleja el espejo?

Me queda bien, ¿no? Creo que encajo cojonudo. Tras seis medallas en las que acaricié el título, el oro de Austria le pone la guinda a mi palmarés. Alcancé el colofón a mi vida como corredor profesional.

¿Saben sus hijos lo que ha conseguido su padre?

Los mellizos (Alejandro e Iván) sí que se dan cuenta de lo que hago y lo que representa esta prenda, ¡y encantados! Pablo, que ya tiene nueve años, también. Viaja de vez en cuando a mis competiciones. La nena, Natalia, es aún muy pequeña.

¿Le gustaría que se dedicaran a su deporte?

Sí, ¿por qué no? Pero prefiero que decidan ellos lo que les motiva, lo que les hace felices. De momento juegan al fútbol, y se desempeñan bastante bien. En alguna les he frenado, porque se emocionan con la bici. No les fuerzo. Que estudien, que saquen buenas notas y se verá por dónde salen.

¿Cómo se preocupa de su educación con tantísimos días fuera de casa?

Toda mi vida ha sido así. Procuro permanecer lo más pendiente posible y me apoyo mucho en Natalia (su esposa). Al final, la familia conoce mis circunstancias laborales. Se trata del trabajo, y simplemente hay que intentar cumplir en el hogar y con el Movistar.

¿Qué desea inculcarles?

Por encima de todo, disciplina. Que conozcan el valor de las cosas, que sepan que cuesta un sacrificio lograrlas. Y que se cuiden, que lleven un ritmo saludable con estudios y actividades deportivas.

Camino de los 39 años, usted es un espartano.

Siempre. Así he prolongado mi trayectoria hasta aquí.

¿Se plantea continuar más allá de los 40, como Chris Horner?

Ufff. Horner quizá no llegó tan machacado para conquistar la Vuelta a los 42. No me fijo esa longevidad. Acumulo mucha tralla en el cuerpo.

Sí que ha afirmado en varias ocasiones que pretende retirarse superados los 40, tras los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Sí. No sé si duraré mucho más. Tampoco sé cuándo lo dejaré, la fecha exacta. No me bajaré de la bicicleta en Tokio, eso seguro. Se comprobará a medida que toque despedirse.

¿Descarta 2021?

Quizá, no lo sé.

¿De qué manera se motiva para seguir en forma o rodar con mal tiempo con su palmarés y su edad?

No me cuesta. No me supone ningún esfuerzo salir a entrenarme. Me encanta ir con la grupeta, y más con el maillot arcoíris. Echar un café, charlar, bromear. Evidentemente, no apetece en determinados momentos, aunque enseguida se pasa.

Si vuelve la vista atrás, ¿cómo valora la sanción de dos años por la Operación Puerto?

La valoro de la manera en la que no voy a valorarla.

Entiendo que no quiera hablar, pero al tratarse de una entrevista como campeón del mundo y sobre su carrera, se debe preguntar.

Forma parte del pasado, eso quedó atrás.

Y si mira hacia adelante, ¿qué le falta por ganar?

Probablemente, los Juegos. No corro para engordar el currículum, sino para disfrutar y hacer disfrutar, para otorgarle triunfos al equipo.

En las Ardenas, su coto de caza favorito, le queda la espinita de la Amstel Gold Race. Acumula cinco Flechas, récord, y cuatro Liejas, a una de Eddy Merckx. En el global del tríptico también le saca una victoria: diez a nueve.

No me quita el sueño. Si conquisto mi primera Amstel, bienvenido. Si empato con Merckx en la Lieja y en el total, bienvenido. Acudiré con la máxima ambición y la mejor preparación, como en cada campaña. Ojalá salga bien y venza en alguna.

Si se hubiera centrado más en las clásicas y menos en el Tour…

No se puede cambiar lo que se ha hecho. Los calendarios se diseñaron así, y sí me funcionaron. Tengo más medallas que nadie en los Mundiales, gané el de 2018 y la Vuelta de 2009, más las etapas y los podios en las tres grandes. No me quejo, desde luego.

¿Se considera suficientemente apreciado en España?

Sí. Con mis éxitos y mis fallos, parece que caigo bien al público y los medios han cubierto lo que he logrado. No todos podemos aspirar al Tour o a determinadas pruebas, ni gozamos de algunas características que nos encantarían. Procuro comportarme con educación.

Usted es muy extrovertido.

Una persona normal, sencilla. Pienso que he conseguido muchas cosas buenas, y con cercanía, naturalidad y una sonrisa vas más feliz por la vida.