Remco Evenepoel: “Mi sueño está en las grandes vueltas”

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Nicolás Van Looy / Ciclo21 – Calpe

Mientras el periodista espera su turno para hablar con la nueva gran esperanza del ciclismo belga, le observa moverse entre medios de comunicación, patrocinadores, VIP’s y algunos de los mejores corredores del pelotón mundial. Sonrisa de guión para unos. Apretón de manos para otros. Un trago de agua. Un posado casi circense ante una cámara. Todo, absolutamente normal en estos saraos invernales en los que los equipos ponen a disposición de los periodistas a sus figuras y los patrocinadores tienen, además de un par de días de disfrute del buen tiempo de la cosa mediterránea, la oportunidad de vivir lo que les venden que es el día a día de un ciclista. Todo normal, decíamos, hasta que uno mira un poco más fijamente al personaje y se da cuenta de que algo no cuadra. Algo está fuera de contexto. Y no, no es la edad… aunque también puede serlo. Tampoco es la forma de moverse, algo ajeno a las miradas que sabe que se centran sobre él… aunque también puede serlo. No es su verbo seguro y sus gestos firmes en cada entrevista, como si llevara toda la vida en esto… aunque quizás sí lo sea. No es la familiaridad con la que ya trata a corredores que le sacan casi 20 años y que hasta hace cuatro días eran dioses de otro mundo para él… aunque puede que algo tenga que ver.

No. No es nada de eso, pero lo es todo. La presencia de Remco Evenepoel, 18 añitos (cumplirá 19 el próximo 25 de enero) en la concentración del Deceuninck-Quick Step, el mejor equipo del mundo, supone una enorme perturbación en la fuerza. Él lo sabe y los demás, claro, también. Nadie sabe qué esperar de él. “Normalmente, cuando toco las piernas de un corredor, sé de qué tipo de ciclista estamos hablando. Si es un sprinter, un escalador, un clasicómano… con él, no me atrevo a decirte nada. No sé cuál puede ser su mejor terreno”, contesta, casi con cara de asombro, un masajista al que este periodista pregunta sobre el futuro ideal de este nuevo mirlo blanco del ciclismo que, antes fue capitán de los Diablos Rojos y al que pasar de la titularidad a la suplencia de un día para otro sin que mediara explicación acabó por arrojar a los brazos del deporte para el que, visto lo visto, nació.

– Tiene todas las miradas puestas sobre usted por su gran progresión en los últimos dos años, lo que le ha llevado a saltarse un paso importantísimo para muchos como es la categoría Sub-23. ¿Lo contempla usted como un gran paso o lo ve, dadas sus prestaciones, como algo normal?

– Bueno, es un gran paso. Normalmente, tendría todavía cuatro años para desarrollarme, pero ahora esos cuatro años ya han pasado. En el equipo creen que estoy preparado para ello y si esta gente, que tiene mucha experiencia, piensa así, yo creo en ellos al cien por cien. Mis propios compañeros aseguran que tengo el nivel para estar aquí. En los entrenamientos puedo seguirles sin problema. Creo que es una buena señal que les pueda seguir durante seis horas, pero, naturalmente, no es una carrera. En cualquier caso, cada cosa llegará a su tiempo y todavía tengo mucho tiempo para seguir creciendo. Es muy motivador que todo el mundo crea en mí de esta manera.

Evenepoel despierta gran interés / © Deceuninck-QST

– Tras una carrera casi tan meteórica en el fútbol, conoció el lado amargo del deporte. Viene usted de ganar casi cada carrera en la que ha participado y, si todo es normal, esta temporada ganará poco o nada. ¿Cree que esa experiencia anterior le ayudará a sobrellevarlo?

– Sí, por supuesto. En cualquier caso, soy una persona que sabe lo que puede y no puede hacer y ganar una carrera este año va a ser muy difícil. Soy muy sincero con esto y no me veo ganando una carrera. Es lo más normal del mundo que este año no se deba esperar nada y no se gane nada. Por supuesto, los medios, los aficionados, los seguidores locos piensan de una forma completamente distinta, pero creo que eso no debería ser así. Si ves la calidad que hay en este equipo, con gente que está en su decimoséptima temporada… lo dicho, no hay presión. Ganar no es una obligación. Este año tengo que dar pasos adelante. Dadme tres, cuatro o cinco años y entonces será el momento de ponerse un primer objetivo serio. Entonces estaré preparado para ello.

– ¿Y en qué se centrará llegado el momento? Se lo pregunto porque nadie en el equipo ha sabido darme una respuesta clara a qué tipo de corredor puede ser usted. Todos dicen que, a día de hoy, es complicado decir de usted si va a ser un gran escalador, un contrarrelojista, un clasicómano, un vueltómano

– Bueno… por ahora, voy bien contrarreloj y subo bien. Yo diría que soy un corredor de vueltas por etapas. Además, creo que recupero bien. Ayer entrenamos 190 kilómetros. Fue un entrenamiento de seis horas y hoy me he levantado muy fresco. Creo que son pistas que señalan hacia un futuro como vueltómano. También es lo que quiero. Es mi sueño. Si es lo que yo quiero y lo que el equipo lo desea, es la dirección en la que tenemos que trabajar. Vamos a ver si es así y, en caso afirmativo, seguir ese camino.

– Vuelvo a su pasado futbolero. ¿Seguía de cerca el ciclismo?

– Sí. Siempre me ha gustado. He visto más ciclismo en la televisión que fútbol. Creo que siempre he tenido más pasión por el ciclismo que por el fútbol. Sencillamente, porque el ciclismo me parece más bonito que el fútbol. En el fútbol ya no tenía más ilusión y desde que empecé con la bicicleta me divierto de nuevo y recuperé la ilusión por hacer deporte de nuevo y eso es algo que encuentro muy importante.

A rueda de Alaphilippe / © Deceuninck-QST

– ¿Por qué?

– Porque si no tienes ilusión no vas a hacerlo bien.

– Me refiero a si hay algún motivo por el que dejase de tener pasión por el fútbol.

– Siempre había sido titular y en un momento dado me relegaron al banquillo sin darme ninguna explicación. Soy una persona a la que le gusta saber los errores que comete. Pedí explicaciones y no me las dieron y eso me hizo perder la motivación. Fue en ese momento cuando paré con el fútbol y la bicicleta fue mi primera opción.

– ¿Quién era su ídolo?

– Alberto Contador.

– Usted es de una generación en la que todo el aparataje de ordenadores, potenciómetros y demás son obligatorios. Contador ha manifestado varias veces que no le gusta y su manera de correr era, en muchas ocasiones, impulsiva, por sensaciones. ¿Cree que usted puede correr así o, con su edad y circunstancias, considera que ya no va a haber opción para ese ciclismo?

– Hoy en día es difícil entrenar sin todos esos aparatos. Todo está medido de forma científica y en base a los datos de los vatios, pero creo que en carrera todo eso no hace falta. En carrera tienes que decidir en cada momento. Soy alguien que, en carrera, si decido atacar ya no hay vuelta atrás. Seguiré yendo a tope. Si te quedas si fuerzas y te estrellas contra el muro, pues es así. Es importante darlo todo. Nunca sabes realmente dónde estás. En carrera, a veces, hay que apostar. Si aciertas, bien; si no, pues te has equivocado. Una lástima, pero no pasa nada.

– ¿Un poco la filosofía de que es mejor hacer una carrera bonita que ganarla?

– ¡Eso es difícil! Mejor, claro, las dos cosas; pero no siempre es posible. Insisto en que me encanta el estilo de Contador. Siempre atacaba. Yo soy un corredor de ese tipo. No tengo un gran sprint, así que tengo que buscar esfuerzos más largos. Pero todavía tenemos mucho tiempo por ir descubriéndome y trabajar en cosas. Realmente, no sé dónde estoy, así que hay que trabajar para buscar ese futuro como vueltómano.

– Usted es nativo digital y ciertamente activo en redes sociales. ¿Está listo para el chorreo que le va a caer, sin duda, cuando los resultados no lleguen a la primera? Seguro que habrá ruido diciendo que no está listo, que ha dado el salto muy pronto, que no puede con la categoría…

– Sí. Sobre todo porque en el equipo somos muy positivos con eso. Aquí nadie piensa que sea muy pronto. Creen en mí y yo creo en mí. Eso es lo más importante.

– Su ídolo es Alberto Contador y él señaló a su compañero Enric Mas como su sucesor natural. ¿Es alguien a quien mira de forma especial dentro del equipo?

– ¡Seguro! Sólo hay que ver lo que ha conseguido esta temporada. Sólo tiene 24 años y ya ha estado en el podio de la Vuelta. Es un chico que va a llegar muy lejos.

– Si miramos el pelotón internacional tenemos a Valverde, número uno de la UCI con 38 años, y una generación que llega con gente como Mas, Van der Poel, Van Aert, usted… ¿van ustedes a fagocitar a la generación intermedia?

– No. Mira a Terpstra el año pasado. No sé su edad exacta, pero anda por los 30 y pudo con todos. Creo que los corredores que andan por los 30, sobre todo en las clásicas… pero también en las vueltas, mira Froome, Thomas; ellos también están en los 30. Todavía hay gente entre esas generaciones.

– Patrick Lefevere me dijo el año pasado, en este mismo lugar, que las palabras de Contador sobre Mas eran un regalo envenenado. A usted de le ha llamado el próximo Merckx. ¿Cómo lo califica?

– No me gusta. Personalmente, no me gusta nada. No se pueden hacer nunca comparaciones. No con Enric. Tampoco conmigo. Con nadie. No es bueno para la persona en cuestión. Cada uno es uno mismo. Tiene sus propias cualidades. He oído a Merckx decir que si gano Milán-Sanremo en dos años estaré en el buen camino, pero no creo que con mi sprint sea tan fácil ganar en Sanremo. En su época era completamente distinto. Todo ha cambiado, así que no hay lugar a las comparaciones.

– Fuera de la ruta y viendo los ejemplos de otros jóvenes corredores, ¿tiene previsto compaginar alguna otra especialidad?

– Sólo por diversión, pero por lo demás, nada.

– Con todo lo que me ha contado, ¿cuáles son sus objetivos para 2019?

– Crecer. Mejorar. Abrir los ojos. Tener buenas experiencias en las carreras. Por lo demás, ya veremos qué sucede. En teoría haré los dos Nacionales [fondo y CRI, N.d.A.]. Es algo que también me genera ilusión. Mi primer campeonato con los profesionales. Voy a empezar sin presión ni objetivos específicos. Sencillamente, divertirme, aprender y crecer.

– Así pues, no debemos esperar un momento del año en el que vaya a buscar un mejor momento de forma.

– Siempre hay picos, pero eso todavía tenemos que hablarlo.

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