Superman López: “No me atrevo a descartar ir al Tour”

Miguel Ángel López, mejor joven del Giro / © RCS

Nicolás Van Looy / Ciclo21  – Altea

Cuando en 2014, recién cumplidos los 20 años, Miguel Ángel López se subió a lo más alto del podio del Tour del Porvenir, su nombre llegó casi como una sorpresa a los oídos de la mayoría. Es cierto que aquel pequeño y excelente escalador colombiano llegaba de su tierra natal con algunas actuaciones importantes en la mochila, pero no lo era menos que su incipiente fama se debía más a las peripecias que le habían llevado a ganarse el apodo de Superman que a sus innegables capacidades agonísticas.

Tres años antes se había ganado cierta fama de superhéroe cuando dos delincuentes intentaron robarle su bicicleta durante un entrenamiento y él, que parecía una víctima perfecta dada su poca estatura y pequeña envergadura, se defendió con uñas y dientes. Volvió a casa con heridas de cierta consideración, pero con la bicicleta en su poder. De ahí a Superman, sólo hizo falta un comentarista televisivo con cierta inventiva.

Comenzó a correr “en serio” muy tarde, con la mayoría de edad ya cumplida. Su talento, tan grande como su valor aquel día ante los asaltantes, se topó, sin embargo, con las lesiones. Problemas en la rodilla y en la fascia además de un atropello que podría haber acabado muchísimo peor en 2013 fueron únicamente el anticipo a lo que llegaría después en profesionales. Vicente Belda, al que considera un segundo padre, se fijó en él, como antes lo había hecho en un tal Nairo Quintana. Astana le dio la oportunidad en 2015 y ya en su primer año sumó su primer triunfo, una etapa en la Vuelta a Burgos (más la CRE). Deslumbró en el Tour de San Luis de 2016, pero la sombra de las lesiones y las caídas volvió a aparecer al final de aquel año. Se vio fuera de la Vuelta a España, su primera grande, en la sexta etapa. Después, ya en Boyacá, volvió a caerse durante un entrenamiento y no debutó en 2017 hasta el mes de junio.

En Astana, la paciencia era la norma a seguir. Se había ido Vincenzo Nibali y todo el peso recaía en Fabio Aru, que ya barruntaba su marcha al UAE-Emirates. Todos confiaban en que sería Superman el que tomaría el relevo de los dos transalpinos, pero las cosas no iban bien. Sin continuidad, el colombiano no pasaba de ser la promesa que llevaba siendo varios años, pero faltaba la confirmación. Se había caído en la Vuelta a Suiza y llegó con muchas dudas a la Vuelta y allí, de repente, todo encajó. Dejó clavado a Chris Froome, ganador final de aquella carrera, en Calar Alto. Primera muesca del máximo nivel para él, que días más tarde repetiría en Sierra Nevada.

Cerró la temporada con su primer top10 en una gran vuelta y, sobre todo, habiendo demostrado que la apuesta de Astana tenía sentido. Sin Nibali y sin Aru, el proyecto kazajo afrontaba 2017 sin un rumbo claro. Superman era, es cierto, su jefe de filas para las pruebas de tres semanas; pero no era ese líder de plenas garantías que sí fue el Tiburón o que en un momento dado también fue Aru. Llegó el Giro, su debut en Italia. Mamma mia!, pensó más de uno. Mejor joven y tercero en la general, una actuación que confirmó cuatro meses después al repetir esa misma plaza en el cajón de la Cibeles en la Vuelta a España. Sí, Superman volaba, poderoso, confirmado como uno de los grandes del pelotón mundial. Ahora, a pocas semanas de arrancar una nueva temporada, sabe que en este 2019 la exigencia será máxima. Volverá a dejar de lado el Tour. Eso puede esperar. Pero al Giro –y posiblemente a la Vuelta– irá con una sola cosa en mente: ganar.

– Los dos podios en las grandes vueltas disputadas en 2018 convierten esa temporada en inmejorable.

– La idea es mejorarlo. Esperamos tener un gran año 2019 y poder hacer grandes cosas en el Giro y luego ya veremos.

– ¿En qué se ha basado la decisión de ir al Giro y no al Tour?

– En tratar de mejorar el puesto que hemos hecho este año y en que Jakob [Fuglsang] tiene sus opciones en el Tour. Decidimos ir a hacer la clasificación al Giro y luego ya veremos por dónde continuamos.

– ¿Le gusta más el recorrido del Giro de 2019 que el de 2018?

– Creo que el de este 2019 es más favorable. El primer día es un prólogo con dos kilómetros y pico de subida, que nos vendrá muy bien y luego hay otra contrarreloj, pero también tiene en la parte final siete u ocho kilómetros de subida y también nos conviene. Por último, la crono del último día es corta y creo que ya habrá diferencias suficientes.

– Tanto en el Giro como en la Vuelta, a la salida de la última contrarreloj, estaba fuera del podio y acabó metiéndose en ambos, demostrando ir de menos a más. ¿Volverá a ser ese su enfoque en el Giro de 2019?

– El recorrido de este año da para llegar un poco más relajado. En 2018, en la tercera o cuarte etapa teníamos el Etna y había que empezar muy bien. Este año sólo tenemos un prólogo en el primer día en el que lo importante será no perder tiempo antes de diez días de sprint. No serán fáciles, pero no tendrán montaña y nos da esa opción de llegar al 90% y coger lo que falta en esos primeros diez días para llegar con más fuerzas a la última semana.

– La Vuelta se les torció en más de una ocasión. ¿Aprendió mucho durante esas tres semanas?

– Ha sido diferente. Han pasado cosas, como en todas las grandes vueltas, pero he cogido un año más de experiencias vividas que van a nuestro favor que se quedan para aplicarlas en una nueva temporada.

– ¿Qué han supuesto esos dos podios a nivel de autoconfianza?

– Creo que mucho. Jamás había hecho dos podios en el mismo año y, por ello, lo considero lo más grande que he hecho en mi carrera deportiva hasta el momento. Eso establece objetivos altos porque de lo que se trata es de mejorar y hacerlo mejor año a año.

– ¿Existe alguna opción de que acabe haciendo Giro y Tour para empezar a conocer la carrera francesa?

– Creo que sí. No lo descartaría. Ahora mismo, no me atrevería a decir que haré el Tour, pero tampoco a descartarlo del todo. Ahora estoy concentrado al cien por cien en el Giro y luego ya veremos. Queda un mes para pensar en esa opción.

– ¿Estar en el Tour es lo que le gustaría a usted?

– Yo preferiría dejarlo de lado porque el Giro son tres semanas que serán muy duras. Este año hemos visto como Chris [Froome] y Tom [Dumoulin] han ido al Giro este año y en el Tour se les ha visto con más desgaste respecto a los otros favoritos. La quiero conocer, porque todos los ciclistas sueñan con estar en la carrera más grande del mundo y es la que me falte. Quiero tener la oportunidad de ir a conocerlo antes de disputarlo, pero insisto: ahora estoy centrado en el Giro y, si me sobran fuerzas después, ya veré si tomo el atrevimiento de ir a conocerlo.

– Quiere ir a conocer el Tour, pero debe usted saber que el día en que debute será señalado, le guste o no, como un claro favorito. ¿Se le hace demasiado grande o ya está acostumbrado a que se le asigne ese papel?

– Estoy acostumbrado. Gané el Tour del Porvenir, en mi primer año gané una etapa en la Vuelta a Buergos y en mi segundo gané la Vuelta a Suiza. De ahí en adelante siempre me han visto como uno de los favoritos en todas las carreras, no sólo en las grandes vueltas. Este año sólo me faltó hacer podio en la Tirreno y en alguna clásica. Pero si termino el Giro con fuerzas, podría ir con mucha tranquilidad al Tour, sin tener ninguna presión ya que tenemos a Jakob, que tendría que pelear la general.

– Este 2018 ha sido su primer año sin lesiones. Teniendo eso en cuenta y que el mejor momento habrán sido los dos podios, ¿cuál es su peor recuerdo de la temporada?

– Fue la Tirreno. Venía de Colombia y de allí fui a Omán y Abu Dhabi; en las dos hice podio y en Omán gané una etapa y estuve cerca en Abu Dhabi. Creo que venir de Colombia, que es un clima tropical y luego ir a esos lugares, también calurosos y llegar a la Tirreno, donde hacía frío… además, creo que después de dos carreras mi forma ya estaba yendo hacia abajo. Fue otra carrera. Fue muy dura, con etapas largas y mucho frío. No nos salieron las cosas, pero los directores siempre me apoyaron y me dijeron ahora, vamos a terminar la Tirreno y te vas a Colombia porque el objetivo es el Giro y esta es una carrera más de preparación. Pero sí, creo que es la única carrera donde realmente he sufrido.

– No terminar el Mundial, ¿supuso un problema?

– Fue difícil. Es una carrera especial de un solo día en la que hay que estar al cien por cien. Aparentemente, estaba bien. Quizás me relajé un poco después de la Vuelta para llegar con más fuerza a Innsbruck y ese fue el error. Me relajé y cuando allí quise apretar otra vez me faltaba algo. No tuve muchas piernas. Además, uno está acostumbrado a correr todo el año con su equipo y sus compañeros, que hasta te dan la comida en la boca y el Mundial tengo que coger el agua, la comida, colocarme… es mucho más desgaste porque no teníamos hombres para hacer el trabajo.

– Este año se ha librado de algo que le ha venido persiguiendo en otras temporadas: las caídas.

– Caídas van a seguir habiendo siempre, eso es inevitable. Unas se dan por mala suerte, otras por falta de experiencia. Este año nos hemos caído, pero eso es normal. No creo que vaya a pasar un año en el que hagas cien días de competición y no te caigas. En cualquier caso, creo que he mejorado en ese sentido. La paciencia del equipo y la experiencia de otros compañeros como Luis León, Zeits… te va dando más confianza, que es lo más importante. Cuando te caes mucho, vas con miedo y la cabeza la llevas con la desconfianza de ir pendiente de cuándo me voy a caer otra vez. Los resultados también dan mucha motivación.

– Con los fichajes realizados para 2019, ¿considera que el equipo ha ganado o perdido potencial?

– Creo que se nos han ido corredores que han dado victorias al equipo como Valgren, pero esto mismo lo pensábamos hace un año o dos años cuando salieron Nibali y Aru. Cuando empezamos 2018 más de la mitad del equipo era nuevo y todos se preguntaban quién iba a hacer algo por el Astana. Yo no había hecho los dos podios, pero vimos que muchos fichajes jóvenes respondieron y pudimos sacar una temporada brillante. Ahora ya hemos visto que tenemos potencial. Somos un equipo joven, de muchos corredores que no tienen mucha experiencia, pero los directores confían en nosotros. Este año se nos han ido hombres importantes, pero se han hecho fichajes de gente muy buena como los Izagirre, que son excelentes corredores que brillarán en pruebas como País Vasco, Catalunya, Romandía, Suiza… Estamos fuertes, a o mejor, más que el año pasado.

– ¿Cuál será el papel de Ion Izagirre en el Giro? ¿Será un ayudante o un segundo líder?

– Creo que lo llevarán para que me eche una mano para conseguir el gran objetivo, que es ganar este Giro.

– Pensando en sus opciones de ganar una gran vuelta, ¿ha hecho algún trabajo específico en estos últimos meses para mejorar algo concreto?

– Hemos valorado la crono, que es donde más tenemos que mejorar. Hemos estado haciendo trabajos de posición, de agarre… hemos pasado más horas en la cabra. Soy pequeño y peso 60 kilos, por lo que estar al nivel de Tom [Dumoulin] va a ser difícil, pero creemos que con trabajo se puede mejorar y estar un poco más cerca.

– ¿Qué calendario le debe llevar al Giro?

– Empezaré en el Tour de Colombia para seguir con Catalunya y París-Niza. De ahí, me iré a tomar un segundo aire a Colombia para ver a la familia y preparar el Giro al 100% y venir para Romandía y Giro.

– Viajar a Colombia a mitad de temporada tiene sus efectos negativos en forma de largo viaje y jet lag, pero ¿cómo de importante es para usted poder estar con los suyos en términos de preparación de carrera?

– Para mí un viaje a Colombia son sólo 10 horitas de avión viendo una película y se hace rápido. Para nosotros, que estamos acostumbrados a estar allí, en nuestra casa y con nuestra familia y en altura, nuestra preparación se nos hace más efectiva estando allí. El equipo siempre me ha apoyado y me ha permitido ir a Colombia a preparar los grandes objetivos. Además, este año nace mi hijo en esas fechas y quiero estar allí para verlo. Tampoco me veo preparando una gran vuelta en Europa. Necesito estar con mi familia y aquí no tenemos grandes alturas, salvo el Teide. Puedes ir allí, pero para mí es demasiado duro. Las veces que he ido, como este año antes del Giro, se me hizo muy duro. En el Teide, a 2.000 metros, es como si en Colombia estuviésemos a 5.000 metros.

– En general, a los corredores colombianos parece sentarles mal estar mucho tiempo fuera de su país.

– Sí, la verdad es que uno está bien y después de dos meses se hace largo. Echamos de menos la gente, la comida, el ambiente y, sobre todo, la tranquilidad. Volver allí siempre es importante.

– Habiendo visto la pasión que ha desatado Nairo Quintana con sus triunfos en Giro y Vuelta, si consigue ganar en Italia, ¿está preparado para la fiebre Superman que puede desatarse en su país?

– Poco a poco, uno se va adaptando a la gente y a la afición. Sí, estoy preparado. Si no te quieres adaptar a eso, no debes ganar. Lo veo como algo normal. Como algo que tiene que pasar.

– Hay pocos países en el mundo, ni tan siquiera en un país tan ciclista como Bélgica, donde los corredores generen tanta pasión y tal nivel de locura colectiva como en Colombia.

– La afición de los colombianos por el ciclismo es enorme. Lo hemos visto en la Vuelta, en el Giro… cuando pasas por el grupo colombiano es una locura la locura en la que están. En este nuevo año, en el Tour de Colombia, donde estaremos el 90% de los colombianos del World Tour en carrera, será un espectáculo increíble.

– Su generación y la anterior han demostrado que un país puede llegar a lo más alto de este deporte sin necesidad de contar con una estructura World Tour, pero ¿qué significaría tener un equipo de la máxima categoría?

– Si existiera esa posibilidad, tendría que ser una estructura muy bien hecha para poder estar al mismo nivel que estamos Rigo, Nairo o yo. Tiene que tener gente también para trabajar porque, de lo contrario, ya vimos en el Mundial lo que ocurre. Teníamos allí a todo el potencial colombiano, pero ¿quién iba a trabajar? Es complicado que nosotros, los capitanes, cambiemos de rol. Ninguno va a cambiar su rol de jefe de filas para ir a llevarle caramañolas a Nairo, por ejemplo. Habría que hacer una estructura muy fortalecida teniendo claro que no todos podrían ser capitanes y que no todos podrían estar en ese equipo.

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