Ciclismo

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Entrevista

Alberto Contador: "El ciclismo fue una parte de mi vida, pero no fue mi vida"

Alberto Contador. Foto: EFE

Los beneficios de la jubilación se descubren en el rostro de Alberto Contador (Pinto, 1983) y en el apuro de un botón de su camisa blanca. «Llevo una semana de desconexión. He comido todo lo que me ha apetecido, he estado con mi familia, he ido a tomar algo con muchos amigos, no he atendido a medios... No sabes qué es para mí poder vivir sin calcular cuántas horas de descanso me quedan o sin pesarme cada mañana», reconoce a EL MUNDO, en su primera aparición ante un micrófono como retirado. En Jerusalén, donde ayer fue el invitado de honor de la presentación de la salida del Giro de Italia de 2018, habla de su nueva vida y del legado que deja.

¿El fin de la dictadura del peso es el mayor alivio?
Uno de los mayores. Cansa controlar todo lo que comes y, además, influye en tu vida familiar, en salir a cenar... Son las cosas que no echaré de menos. Como tener que dormir muchas horas o detalles que parecen tontos, como no poder poner el aire acondicionado.

¿Y de la competición?
El peligro. Más en los últimos años, quizá porque era más consciente o quizá porque veía caídas por todos lados. En el último Tour, por ejemplo, se cayeron cuatro o cinco ciclistas de cada equipo. El próximo año cuando vea que el pelotón va rapidísimo o que se prepara para un sprint, me alegraré de estar en el sofá. Es como la lluvia. A mí siempre me gustaron los días de lluvia, conseguí grandes resultados, pero cada vez sentía más el peligro que corría.

Se entiende así el adiós. Parece que no echará nada de menos.
Sí, sí, muchas cosas, pero más que de la competición, del entrenamiento. En los últimos años disfrutaba más de las concentraciones. Para muchos compañeros eran un suplicio, pero yo era feliz preparando una gran vuelta, pasando 20 días en el Teide. Me sentía un privilegiado por poder centrarme en la bicicleta.

¿Volverá a coger la bicicleta?
¡Esta semana ya la cogí un día! Me engañaron y el miércoles salí un rato. Fue un desastre, tenía aún las piernas hinchadas de la Vuelta, estaba muerto, no tiraba nada... pero sí, en unos días volveré a salir, seguro. He probado otros deportes y no encuentro ninguno como el ciclismo, supersaludable, nada agresivo, te notas fresco, te notas móvil.

Entonces, en un año, si no pierde la forma, quién sabe si...
[Antes de acabar la frase] No. Estoy segurísimo de mi retirada. Además no pudo ser mejor: sabía que la despedida en la Vuelta sería bonita, pero no imaginaba que tanto. Lo de Andorra [una pájara por la que cedió 2'30] me permitió correr con libertad y lo disfruté. En el ciclismo ya he conseguido todo lo que podía conseguir. Fue una parte de mi vida, pero no fue mi vida. Ahora tengo proyectos que me motivan más.

Usted dirá.
En la última Vuelta mis compañeros ya me gritaban: «¡Presidente!». Me ilusiona mucho ese papel: llevar mi fundación, el equipo Continental y el sub-23, sacar jóvenes... Me dedicaré a eso, a ayudar en mi fundación, y a disfrutar de la vida.

No me negará que viendo la presentación de la salida del Giro en Jerusalén no se imagina corriendo.
Cuando he llegado a la ciudad me he puesto a analizar las curvas, el asfalto... Son gajes. Espero que dentro de 10 años pueda hacer turismo sin más. Esta salida del Giro será histórica, excepcional. Por primera vez una gran vuelta no empezará en Europa. Es una gran apuesta: éstas son las cosas que el ciclismo necesita.

Si algún partido político le ofreciera un cargo o sólo entrar en sus listas. ¿Se lo pensaría?
Ni muerto. Absolutamente no. Ni en política, ni en la dirección de una Federación, ni tan siquiera como director deportivo de mi equipo. En mi carrera ya he vivido responsabilidades, presiones, y no quiero más. [¿Y se ve como comentarista televisivo?] No diría que no. Seguiré la actualidad del ciclismo así que quién sabe.

¿Diría que ha tenido la carrera que ha querido?
Sí. Estoy orgulloso. Por ejemplo, me hubiera gustado conseguir el Giro, el Tour y la Vuelta en el mismo año, pero soy consciente de la dificultad de ello.

Después de todo, ¿cómo cree que le recordará la gente?
Creo que se me recordará como un ciclista inconformista, que siempre luchó por ganar, sólo por ganar. En mi historial se ve: o estuve en el primer puesto o fuera del podio. En general, me siento muy querido. Ayer [por el domingo], por ejemplo, cuando me preparaba para viajar aquí a Israel, me duchaba a las siete de la mañana y sentí: «¡Un año más. Un año más!». Creía que era la tele, pero resulta que eran unos chicos que volvían de fiesta y estaban delante de mi casa. No quería que despertaran a nadie, pero, la verdad, me alegraron bastante.

También tuvo detractores, más después de la sanción por dopaje. ¿Nunca ha sentido que el público está dividido por su figura?
No. Ya lo he dicho: me siento muy querido. Aunque soy consciente de que el cariño llega más que las críticas. El aficionado que está contigo te anima en los puertos y el aficionado que no siente simpatía por ti simplemente mantiene la distancia. Supongo que cualquier deportista tiene fans y críticos. Yo me siento afortunado. Quizá sea por el deporte al que me he dedicado: en el ciclismo se respeta mucho al deportista.