-¿Ese maillot blanco del Tour podría ser de amarillo en el futuro?

-Cada día que subía al podio me emocionaba ver a la gente aclamándome. Entonces te da por pensar en el futuro y sueñas con vestir algún día el maillot amarillo.

-Sinceramente, ¿piensa usted que puede ganar el Tour?

-Sí, puedo ganar el Tour, pero sé que para ello tengo que trabajar al máximo, sacrificarme mucho y no parar nunca de aprender. Lo importante es poner todo de mi parte, al menos que no haya sido por no intentarlo. Las casas se comienzan por los cimientos y eso es lo que yo estoy haciendo. De momento, ya he sido el mejor de mi edad.

-¿A quién puede usted compararse? ¿A Pedro Delgado?

-Ojalá me pareciese a Perico, porque es mi ídolo. Mi forma de correr es similar a la suya. Me encantaría ganar el Tour como lo hizo él.

-¿Cuándo será eso?

-No sé. Dentro de dos años, si mantengo la cabeza fría, ya habré aprendido bastante, pero la madurez ciclista se alcanza a los 28 años o así.

-¿Es cierto que Perico y Bahamontes le dan muchos consejos?

-Sí, Perico siempre me dice algo cada vez que me ve, mientras que Bahamontes me llama mucho por teléfono. Es bueno escuchar a los campeones.

-¿Le ha gustado el Tour?

-No sólo me ha gustado, sino que me he enamorado del Tour. Es la carrera más dura, pero también la que te da mayor gloria. Al correr aquí, me he alegrado de ser ciclista.

-¿Qué es lo más le ha sorprendido del Tour?

-Muchas cosas. Respecto a la competición, en las etapas llanas ya te das cuenta de que esto es diferente, porque es la única carrera a la que vienen los mejores corredores del mundo en su mejor momento. En el aspecto externo, también es sorprendente: hay tanta gente en las carreteras que a veces no tienes hueco ni de parar a orinar, los aficionados te conocen todos... En el Tour se vive diferente.

-¿Cuál ha sido su principal aprendizaje?

-He aprendido muchas cosas, porque me he fijado mucho en campeones como Armstrong o Ullrich. Por ejemplo, me he dado cuenta de que en el Tour debes ir siempre prácticamente al límite, pero sin llegar a excederlo para no hundirte. Aquí, los esfuerzos y los errores se pagan siempre muy caros.