Alejandro Valverde, un paseo por el ciclismo (y IV)

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Alejandro Valverde presenta hoy a la persona tras el ciclista / © Lars ter Meulen

Alejandro Valverde, un paseo por el ciclismo (I) (El gozo de la veteranía)

Alejandro Valverde, un paseo por el ciclismo (II) (¿Hay un tesoro bajo el arcoíris?)

Alejandro Valverde, un paseo por el ciclismo (III) (La Operación Puerto, aprendiendo de las desgracias)

‘Muy personal’

Nicolás Van Looy / Ciclo21 (Enviado Especial – Murcia)

Va oscureciendo sobre Murcia. Los 31º que nos recibieron hace ya algunas horas han dejado paso a un fresco pero agradable atardecer. Se acerca el momento de que demos por concluida nuestro paseo y nuestra conversación. De que cada uno siga a lo suyo. Mientras dejamos atrás la Plaza de Santo Domingo y pasamos frente al Teatro Romea comienzo a tararear dentro de mi cabeza aquella canción de Joan Manuel Serrat titulada Fiesta. “Con la resaca a cuestas vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a sus riquezas y el señor cura a sus misas” cantaba el catalán. Y pienso que, en breve, cuando nos despidamos, Alejandro Valverde volverá a darle a los pedales. El que esto escribe, regresará a su teclado. Y ustedes, los lectores, a sus respectivas cosas.

Pero se nos escapa algo. Hemos hablado de ciclismo. Hemos conocido un poco mejor al ciclista número uno del mundo según la UCI. Conocemos sus sueños. Sus obsesiones. Sus buenos y malos momentos. Pero seguimos sin mover el objetivo. Queremos mover la cámara y centrarnos en ese Valverde que existe fuera de la bicicleta. El que no viste de Movistar. El que, como hoy, deambula sin rumbo fijo por su ciudad vistiendo unos vaqueros y un jersey. La persona que sufrió el acoso durante la Operación Puerto. El tipo al que le gusta ver en la tele una carrera en la que no se le ha perdido nada como la París-Roubaix.

Antes de despedirnos, en definitiva, queremos conocer al Valverde sin dorsal. A la persona que se esconde tras el deportista y que este año –por algún sitio tenemos que empezar a indagar– se le presenta un reto: cambiar la mentalidad ante su carrera fetiche.

Aunque imagino que a nivel físico no cambia nada, usted lleva muchos años haciendo una preparación mental para liderar un equipo como el Movistar en el Tour. ¿Ha tenido que hacer algo especial este año para cambiar ese chip?

(Ríe) ¡Qué va! ¡Si esto es mucho más fácil! Lo que es difícil es ser el jefe de filas y llevar el peso de la responsabilidad sobre ti totalmente. Lo sencillo es tener un jefe de filas y tener que estar lo más cerca posible de él. Es algo que no tiene nada que ver. La cosa cambia mucho.

La última vez que hablé con usted en profundidad y en solitario fue hace muchos años. Entonces vestía todavía el maillot del Kelme y se encontraba en su última pretemporada con el equipo alicantino concentrado en Benidorm. Cuando mira atrás, ¿ve una persona muy distinta?

No. Me veo casi igual. Me veo, eso sí, más maduro. Más hecho. Ahora corro más tranquilo. Ahora muchas veces arranco y voy tirando [mientras lo dice, golpea con el canto de la mano sobre su pierna para enfatizar lo que dice], pero ya no lo hago porque vaya nervioso. Ya no es una cuestión de decirme a mí mismo ‘quiero ganar, quiero ganar…’. Ahora lo hago porque voy disfrutando de la bicicleta. Antes medía demasiado, intentaba guardarme, estaba pendiente a ver si me quedaba… ahora, a lo mejor derrocho más energía, pero es porque voy disfrutando encima de la bici. Al final, quizá no gane, pero he conseguido quedarme contento igualmente a pesar de no conseguir una victoria. Creo que es en lo que más he cambiado.

Valverde, antes del acto © Ciclo 21

Valverde, siempre foco de atención © Ciclo 21

Si tuviera la oportunidad, ¿qué consejo le daría al Alejandro Valverde de 2002? ¿Le diría que cambiase algo de su carrera?

Bueno… ¡si sigo estando así no lo habré hecho tan mal! Creo que no le diría nada y le dejaría seguir su camino como lo estaba haciendo.

La estabilidad familiar, ser padre, tener más responsabilidades, ser más maduro, haberse convertido en el líder de un equipo como el Movistar… ¿en qué manera le han influido todos esos factores?

Al final, el ciclismo es nuestro deporte y es nuestra pasión, pero la vida te ayuda a aprender mucho y a ser más madura. En mi vida personal ha habido lo mismo que en la de cualquier persona: bueno y malo. Uno va aprendiendo de todo ello. Es algo que funciona en los dos sentidos. Los palos de la vida te ayudan en el deporte y viceversa. Creo que he aprendido a tener más tranquilidad. Hay cosas que antes le daba muchísima más importancia y ahora no se la doy o no le doy más vueltas de las que pueda tener.

Estamos en Murcia, su ciudad, cuando no está compitiendo y está en casa, ¿qué suele usted hacer? ¿Cuáles son sus hobbies?

Sobre todo, estar tranquilo en casa, ver la tele, salir a cenar, al cine o a dar una vuelta para tomar un helado. Entreno toda la mañana y después de comer y descansar un poco a veces me quedo en casa y otras salimos a tomar algo.

¿Puede hacerlo con facilidad sin ser acosado por aficionados o le paran mucho por la calle?

¡No, no soy futbolista! No soy Cristiano Ronaldo (ríe)…

Sin embargo, él es el último Balón de Oro y usted es el número uno del ranking UCI World Tour, lo que podría ser el equivalente.

Es diferente. Ellos son mucho más mediáticos de lo que podamos ser nosotros. ¡Claro que me da gusto de que me salude la gente cuando vamos por la calle! Yo me siento como una persona más. Ni más ni menos importante. Lo que me gusta, como te digo, es estar con mi familia, salir con mis amigos, entrenar con la grupeta y echar unas risas a la vez que hago mi trabajo… Hacer las cosas normales. Nada de ir por ahí con eso de que ‘soy Alejandro Valverde y soy mejor o superior’ ¡Ni mucho menos!

Mientras está aquí, en Murcia, y especialmente durante los periodos de no competición, ¿cuál es el capricho o el lujo que le gusta permitirse y que tiene prohibido durante el resto del año?

Normalmente, me cuido bastante en casa. Te diría que me cuido más en casa que en carrera. En carrera es más difícil porque, al final, el esfuerzo es tan grande que tienes que comer demasiado. Sobre todo, diría que los helados. Me gustan mucho los helados de chocolate y tanto en verano como en invierno, cuando estoy en casa mi helado de chocolate por la tarde o por la noche después de cenar, me lo tomo prácticamente todos los días.

¿Hay algún lugar, de los muchos que visita al año, donde tenga la impresión de que no se le quiera o respete tanto como en España?

Está claro que donde más me siento querido es aquí. Fuera también, pero no te sabría decir donde me puedo sentir más o menos querido. Creo que, en general, hay algo que es obvio: un francés va a ser más querido que un español en Francia. En Italia sucede lo mismo con los italianos… Eso es así.

Alejandro Valverde recibe su premio de manos de Cookson @ RFEC

Acostumbrado a recibir premios

Le preguntaba esto porque a pesar de ser enormemente querido y apreciado en España, su imagen en el mundo anglosajón, que tanto ha crecido en importancia en el ciclismo durante los últimos años, no acaba de cuajar. ¿Es usted consciente de esto?

Al final, el mundo anglosajón está muy por los suyos. Cavendish, Wiggins, Froome… y eso es lo normal. Los tienen como dioses y es lo normal porque son corredores muy buenos. ¡Qué vamos a decir de Wiggins! ¡O de Cavendish! ¡O de Froome! Yo intento hacer lo que sé y hacer disfrutar a la gente.

Antes de venir a hablar con usted, les pregunté a varios colegas británicos que le describiesen con tres palabras. Las más repetidas para describirle han sido ‘frío’, ‘una persona de pocas palabras’ y ‘poco comunicativo’. ¿Se siente usted así?

No. A lo mejor, no soy tan hablador como puedan ser otros, pero ni mucho menos me siento así. Creo que soy bastante comunicativo. ¿Si puede haber un problema idiomático? Pues posiblemente.

He corrido como quiere el aficionado. Ofreciendo espectáculo”. Fue una frase suya tras la pasada Strade Bianche. Esto contrasta con esa imagen de persona fría. ¿Siempre se ha preocupado por ese aspecto del espectáculo que le brinda al aficionado o es una variable que ha descubierto ahora?

Siempre me ha gustado ganar, por supuesto. Es lo lógico y lo normal. Pero ahora me gusta disfrutar. Muchas veces me gusta hacer disfrutar a la gente y, a la vez, disfrutar yo. Como ya he dicho antes, cuando hablé con Eusebio [Unzué] tras la Strade Bianche le dije ‘vale, al final no he ganado, pero yo he disfrutado muchísimo’. Al final me quedo con eso. Con lo bueno. Soy consciente de que podría haber ido a rueda mucho más, pero iba disfrutando, me encontraba a gusto, cómodo… al final eso se transmite.

Le confesaré que me sorprendió mucho esa imagen que se percibe en Gran Bretaña. En la gala de entrega de premios de la AEPD en La Nucía pude ver cómo usted se convirtió en un dolor de cabeza para los responsables de protocolo porque decidió firmar y hacerse selfies con todo aquel que se lo pedía. ¿Cree que eso es algo que usted no está siendo capaz de hacer ver al gran público? ¿Acaso podría ser que durante las carreras la concentración y la presión le alejan de esa forma suya de ser? ¿Es la prensa, especialmente española, la que no está sabiendo transmitir su verdadera imagen? ¿Se siente maltratado de alguna manera?

¡No! Para nada me siento maltratado. Creo que lo que ocurre es que mis errores se ven mucho más que los de otros corredores porque siempre estoy ahí para poder ganar. Ganar sólo lo hace uno. Lo puedes hacer 3 ó 4 veces. Pero yo gano esas 3 ó 4 veces y luego hago 20 segundos y otros tantos terceros. La gente eso ya se lo toma como ‘¡joder!, no ha ganado y sólo ha hecho segundo o tercero’. ¡Pero ojo!, que estás haciendo podio. ¿Cuántas veces ves a los demás que ganan hoy y ya no los vuelves a ver en todo el año? Te diría que eso es lo normal. Quizá a mi me han etiquetado con eso de decir ‘¡joder!, otra vez no ha ganado y ha hecho segundo’, pero cuando estás ahí quiere decir que estás para ganar o, al menos, para disputar. A lo mejor, eso es lo que ha dejado a la gente algo descolocada en ocasiones. Y, fuera de España, tenemos sobre todo el tema del idioma. No hablo inglés y quizá eso haya hecho que sea una persona que no se vende mucho. Tampoco estoy todo el día en Twitter poniendo si hoy he comido pan o he ido a tomarme una cerveza. Eso sí que realmente no me gusta. Como ya he dicho, me gusta verme como una persona normal y no me gusta estar todos los días diciendo lo que hago o dejo de hacer. Me gusta mi deporte. Me gusta darle lo máximo al aficionado. Pero cuando estoy fuera, intento estar lo más al margen posible.

Si yo no lo conociera de nada y se lo pidiera, ¿cómo se describiría a nivel personal?

Sobre todo soy una persona comunicativa cuando los medios me necesitan. Mi problema es el idioma. Es cierto que cuando estoy en casa o fuera de competición me gusta pasar lo más desapercibido posible sin ser ni mucho menos estúpido. A mí me llega cualquier persona y me pide un autógrafo o una foto, lo hago sin problema. ¡Encantado! Lo que no me gusta es estar todo el día en Twitter con esto o lo otro. ¡No es algo que esté mal! Pero muchas veces estás dando demasiada información de tu vida privada sin necesidad.

Se ha volcado usted con su equipo cadete. ¿Cuál es el recorrido que le gustaría que tuviera ese conjunto? ¿Le interesa llegar a profesionales con él como el caso de Alberto Contador con su Fundación?

De momento, estamos más enfocados hacia la base. Para un equipo profesional, necesitas muchos medios. Ahora estamos apoyando a las escuelas, cadetes y juveniles y vamos a seguir ahí. Está claro que si viene un patrocinador fuerte que quiera apostar por montar un equipo profesional, se estudiaría, pero por el momento seguimos con la base y estamos muy contentos. Lo que queremos es que ellos disfruten, que aprendan, que tengan un hobby que luego pueda convertirse, a lo mejor, en su trabajo. Sobre todo, que disfruten.

Recientemente, leí que Purito Rodríguez reconocía que le gustaría mucho que su hijo se convirtiera en ciclista. A todos nos pasa con nuestra profesión. Se comienza y todo parece precioso, pero luego hay quien a quien le sigue gustando y quien acaba por odiarla. Partiendo del supuesto de que eso es lo que quisiese hacer, ¿le gustaría que alguno de sus hijos se hiciera ciclista?

Está claro que sí. No es una obsesión. Me gusta mucho esto, pero no como veo a algunos padres que quieren meterles la bicicleta por los ojos a los niños. Si no quieren montar en bicic y quieren hacer otro deporte, por mi ¡encantado!

¿A ellos les gusta ahora verlo por la televisión y seguirlo?

Sí. Les gusta verlo y disfrutan. Pero los míos saben montar en bici con ruedines. Sin ellos no saben y el mayor ya tiene siete años. Tienen mucho tiempo por delante. Me gustaría y me haría ilusión que alguno saliera ciclista, pero no me obsesiona.

Con siete años llega la edad de notar más las ausencias e imagino que usted, poco a poco, también comienza a sentirlas más. ¿Cómo lo llevan en casa?

Bien. Creo que es lo que toca hacer ahora mismo. Tiene que ser así. Más adelante, si Dios quiere, tendremos mucho más tiempo para estar juntos y disfrutar.

Fin.

Alejandro Valverde, un paseo por el ciclismo (I) (El gozo de la veteranía)

Alejandro Valverde, un paseo por el ciclismo (II) (¿Hay un tesoro bajo el arcoíris?)

Alejandro Valverde, un paseo por el ciclismo (III) (La Operación Puerto, aprendiendo de las desgracias)

2 comentarios

  1. «Lo siento, no sé hablar inglés, soy murciano».

  2. Cuando se hable de LA CLASSE, avoir de la classe, concepto muy utilizado en el ciclismo y no siempre aclarado para los profanos, debería en el futuro hablarse de Valverde, Alejandro Valverde, y no solo como ciclista si no también como persona. ¿Qué no gusta a los ingleses? pues mira que problema y que novedad. Tampoco gustaba a los italianos. ¿Sabe porqué? les ganaba o podía ganarles. A mi tampoco me gusta Cavendish, que aparte de gran sprinter es un macarrilla y un sobrao, no me gusta Wiggins, que aparte de un buen contrarrelojista y un lengualarga no es nada, no me gusta FRoome que aparte de ser como un paracaidista en la élite que cae de «el cielo» por arte de birlibirloque ¿qué es? ¿qué coño es? «quicir»… ¿se puede montar peor en bici que Froome? Valverde no es locuaz pero ¿a quién coño le importa eso después de verle subir un puerto o un repecho cuando va pletórico ? eso si que es un placer Van Looy. A mi me gusta como se respetan los pasos de peatones en Inglaterra, pero no me gusta como conducen, se ponen de el otro lao ¿»sabusté» Van Looy?. Yo me he casao con una vasca de pura cepa sin saber hablar ni papa de euskera (y ni falta que me hizo ^^) y mi padre con una española sin saber hablar una palabra de español..por lo menos al principio. ¡Qué le voy a contar a vd Van Looy!.. desengáñese.. la única lengua que es imprescindible son las matemáticas, el lenguaje de Dios, o sea… Valverde, todo lo demás son dialectos. ^^

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