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 sábado 26 de diciembre de 2015

 

Entrevista con el ciclista que se convirtió en un ídolo del deporte en Colombia (II)

Foto: Archivo

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Esteban Chaves habló con Mauricio Silva Guzmán para la revista Bocas. Segunda Parte

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Continuación de la entrevista a Esteban Chaves. Vea la primera parte

Entonces se lo llevan para el Team Colombia. ¿Cómo fue esa experiencia?
Fue el primer equipo profesional en el que estuve, fue mi primer contrato profesional. Claudio Corti, el técnico, nos mostró qué es el ciclismo profesional, cómo funciona un equipo profesional, cómo es el sistema. Pero fue muy duro dar el paso al profesionalismo.

¿Cuándo se dio cuenta de que el profesionalismo europeo es otra cosa?
En marzo de 2012, en la carrera Tirreno-Adriático. Esa carrera es superagresiva, superfuerte; son solo siete días, pero se va a toda máquina. El caso es que en la sexta etapa no pude pedalear más. Terminé bajándome de la bicicleta llorando, porque no podía dar un pedalazo más. Me retiré hecho un mar de lágrimas. Recuerdo a Claudio abrazándome en el bus y diciéndome: “Tranquilo, no te preocupes, esta carrera es muy dura, es una de las carreras más exigentes del año. Entrénate, ya vendrán mejores carreras para ti”.

¿Qué le enseñó ese duro debut como profesional?
Yo corrí con el número 54 y, cuando me retiré, un juez me quitó el número de mi camiseta. El otro número, el de la parte de atrás, lo recorté y lo puse en frente de la pared de la habitación del apartamento donde vivíamos. Así que cuando yo me levantara, lo vería siempre y así me acordaría de qué tan dura fue esa carrera.

¿Conserva ese número?
Ese número lo tengo todavía pegado en mi cuarto de mi casa en Bogotá. Ese momento me marcó muchísimo.

¿Por qué?
Es que en Colombia el Tour de l’Avenir lo volvieron algo muy grande, porque fue como el primer triunfo de Colombia en Francia, con Alfonso Flórez. Y sí que es una carrera importante, pero no deja de ser una carrera amateur. Entonces, cuando un colombiano vuelve y lo gana, lo llevan a donde el presidente y lo sacan en EL TIEMPO. Entonces uno siente que ganó algo importantísimo y se dice: “Soy el putas”, por decirlo de una mala forma. Entonces, cuando yo llegué a Europa, me decía a mí mismo: “Es que yo gané el Tour de l’Avenir”. De pronto voy a la Tirreno-Adriático, en donde ni siquiera pude terminar en el grupo, y ahí sí: “¡Ay, jueputa!, esto sí es suplicio, esto sí es duro”. Claudio me lo hizo ver y me dijo: “Esto es el ciclismo de verdad. Entrénate, sé constante, lucha y ya vendrán otros momentos”.

¿Qué tanto se demoraron en llegar esos buenos momentos?
Ese año corrí la Vuelta a Colombia. Me fue muy bien, quedé 18 y gané el mejor joven. Luego regresé a Europa y todavía con ese miedo…

¿Miedo a qué?
A seguir sufriendo de esa manera. Hasta que corrí la Clásica de Ordicia, en el País Vasco, y quedé de segundo. Y Claudio: “¿Sí ves? Tienes que tener paciencia. Lo importante no es que ganes todas las carreras, sino que estés ahí. Ya cuando ganes será porque es una carrera de tus características, porque atacaste en el momento que era”. A los ocho días volvimos a hacer la Vuelta a Burgos y gané la etapa reina, mi primera etapa como profesional. Imagínese la dicha, la primera victoria como profesional después de haber sufrido todo lo que había sufrido.

El 16 de febrero de 2013, en el Trofeo Laigueglia, usted casi se mata y quedó fuera de competencia por el resto del año. Luego de la operación de su clavícula, de la reconstrucción de los nervios de su brazo derecho y de que pasados tres meses no había ningún tipo de mejoría, ¿alcanzó a pensar “esto es todo en el ciclismo”?
Sí, claro. Es que el médico me dijo: “Yo lo opero, pero usted rece, con los nervios nunca se sabe qué va a pasar”. Y luego de esos tres meses, que no pasaba nada, me dije: “¡Jueputa!, ¿la cirugía quedó mal o qué pasó?” Yo trataba de comer con la mano izquierda y la comida se me caía toda. Eso me derrumbaba mucho.

¿Qué lo sacó adelante?
El contrato que me hizo OricaGreenEDGE. El hecho de saber que estaba a tan solo un escalón de cumplir uno de mis sueños, que era hacer parte de uno de los equipos más importantes del mundo, con el que probablemente podría correr un Tour de Francia, solo eso me hacía decir: “Vamos a la terapia”. Por eso yo vivo tan agradecido con Orica.

¿Cuándo hubo respuesta del brazo?
Cuatro meses después de la operación. Como todas las semanas me metieron una aguja en el brazo [electromiografía] para ver si había respuesta y el computador arrojó un leve sonido. Un ruidito. Finalmente había algo. Apenas oí eso, le dije a la terapista: “Necesito subirme ya a una bicicleta, así sea estática”. Y así, cayéndome y volviéndome a subir, empecé a combinar ambas terapias.

Y mientras tanto, ¿qué pasaba con su equipo Orica?
Es que el acuerdo con ellos era que solo si había indicios de mejora se firmaba el contrato. Si no había, pues no se firma nada. Obvio. Entonces en octubre me tocó ir a España a demostrar que estaba bien. Tenía tres días para eso. Lleve mi bicicleta y mis exámenes. Y yo lo que hacía era acomodar con mi mano izquierda el brazo derecho, que seguía atrofiado, sobre el manubrio, y arrancar… Y darle p’alante... El director deportivo, Neil Stephens, vio que sí podía montar y notó que yo quería estar ahí, entonces me dijo: “Bienvenido al equipo”. Y yo: “¡Uffff!”. En diciembre de 2013 ya fui a Australia a hacer parte oficial del equipo.

¿Cuándo pudo volver a levantar el brazo?
En abril de 2014.

¿Y volvió a ser como antes?
No. No lo puedo levantar del todo.

¿Cuándo comenzó a sentirse un ciclista élite?
En el Tour de California, mayo de 2014. Gané la etapa reina y es el triunfo más bonito que he tenido en mi vida. Era pasar la página. Ese día levanté el brazo derecho cuando crucé la meta. Y cada vez que gano una etapa, levanto ese brazo. Es un símbolo. Luego, en junio, gané una etapa en la Vuelta a Suiza. Después corrí la Vuelta a España que, para ser la primera vez, estuvo bien: terminé de 40.

Y luego asumió la temporada 2015 que resultó sencillamente increíble, bueno, a excepción del Giro de Italia, en el que se le veía sufrir…
El frío me pegó durísimo en Italia. Recuerdo que en la etapa del Mortirolo solo le pude aguantar 200 metros a Contador. Sufrí mucho en ese Giro. Luego hice la Vuelta a Suiza, bien, quedé de 14; y volví a Bogotá para preparar la Vuelta a España. Yo le dije a mi papá: “Yo no me puedo presentar como me presenté en el Giro. Necesito entrenar duro. Acompáñeme en la moto y le damos duro”.

Difícil creer que en sus cálculos estaban dos etapas, el liderato, varias camisetas y el top 5 en la Vuelta 2015…
No… El objetivo era estar ahí entre los mejores. Era el top 10. Pero en la segunda etapa me sentí bien y cogí y les gané [Risas]. Y logré el liderato. Luego, en la etapa quinta perdí el liderato y el día sexto fue muy bonito porque Mathew Hayman, el corredor australiano grandote, cuya función es ir adelante de mí para cortar el viento, cada nada me decía: “¿Cómo estás?”. Y yo: “Bien”. Y a los 20 minutos: “Esteban, ¿cómo te sientes?”. Y yo, “Bien, Mathew”. Y así varias veces, cada 15 minutos, hasta que le dije: “¿Qué pasa?”. Entonces me contestó: “Mira como están todos, jodidos. Hoy hizo mucho calor y si tú te sientes bien, ataca. Todos estamos hasta el límite. ¡Dale!”. Y sí, él me agrandó y los ataqué faltado dos kilómetros y volví y les gané. Ahí recuperé el liderato. Todo fue como un sueño. Terminé de quinto en la vuelta, fui el más competitivo a lo largo de dos semanas y Orica alcanzó la mejor ubicación de un ciclista en una carrera de tres semanas en su historia. Fue muy bonito saber que todos crecimos juntos”.

Una linda manera de agradecerle a Orica por semejante apoyo que le dio…
El tener victorias y conseguir resultados es mi manera de decir gracias a un equipo que me apoyó en el momento más difícil de mi vida. Yo quiero estar mucho tiempo con ellos porque les debo muchísimo.

Además, se ve que en Orica todos la pasan muy bueno. Han hecho videos simpatiquísimos bailando, cocinando, documentando el día a día del equipo y siempre se ve un ambiente extraordinario.
El video donde salimos bailando lo hicimos en Sudáfrica. El de la cocina, donde preparé patacones con carne desmechada y hogao, fue en Girona. Es que los australianos son unos tipos muy buena onda. Son unos bacanes. Nunca te miran por encima del hombro. Te enseñan. Te cuidan. Si no sabes su lengua, se preocupan para que te hagas entender.

¿Quién hace esos videos que se han vuelto tan virales?
Dan Jones. Un australiano que se volvió superfan de Colombia. Es un crack porque a Orica ahora lo conocen por eso, ya que somos los únicos que tenemos videos así, sin drama, con humor, con música, rebuena onda. Él me dijo: “Esteban, mostremos tu cultura; prepárate una cena a ver qué sale…”. Claro que los patacones los terminó haciendo Nataly, mi novia [Risas].

Nataly es hija de otra leyenda del ciclismo nacional, el gran Oliverio Cárdenas, ¿cierto?
Si. Ella ha sido fundamental. Ella estuvo en todo el proceso de cirugía, recuperación y todo.

Y parece ser que todos en el equipo son hinchas de Colombia, ¿o no?
Con decirle que en la Vuelta a España el equipo mandó a hacer una camiseta para todos nosotros –ciclistas, masajistas, mecánicos, el dueño, todos–, con mi foto, cuando tenía la camiseta de líder, con la bandera de Colombia y la bandera de Australia y una leyenda que decía: The people’s champion (el campeón del pueblo). ¿Ah?

El consentido de Orica…
¡Uy, sí!, me consienten mucho. ¡Je!

¿Y lo molestan por algo?
Desde hace poco me la montan porque, en la pasada Vuelta a Suiza, en una etapa complicada, nos avisaron por el interno que íbamos a recibir alimentación. Entonces yo, que siempre trato de hablar todo en inglés, les dije que pusieran un gel en el bidón, pero por las comunicaciones no sé qué entendieron y el técnico dio la orden: “Muchachos, hay que ayudar a Esteban, quédense algunos y llévenle un gel a Esteban”. Y yo trataba de comunicarme, pero no podía. Cuando me llegó un compañero visiblemente agotado y me dice: “Toma el gel”. Y yo le dije: “No, tranquilo, yo dije que esperaba el gel adelante”. Y no sé qué entendió ese man y empezaron a decir por el radio: “Que Esteban lo que necesita es un gel con cafeína”. Y yo, “¿qué, qué?” Y de nuevo me alcanza otro gregario con un gel con cafeína, agotado, vuelto nada y me dice: “Toma tu gel”. Y yo: “¡Qué no!, ¡qué no necesito un gel!”. Y el man, con el último aliento, me dijo: “Esteban, por favor, ¿dinos qué puta mierda es lo que necesitas?”. Y yo ya qué le iba a responder. Bueno, esa me la han cobrado hasta hoy. [Risas].

¿Cómo le va con el dueño del equipo, el millonario australiano Gerry Ryan?
Es un multimillonario rebacán y por eso es que el equipo es tan buena onda. Cuando nos visita, llega sin reloj, en chanclas y lo que hace es ayudar a alzar ruedas. Él hace que todo sea más relajado y que disfrutemos mucho de esta experiencia. A él lo que le interesa es que se muestre cómo es Australia y su cultura. Por eso insiste en hacer los videos.

En 2016 va a hacer Giro y Vuelta. ¿Queda aplazado el sueño del Tour?
Allá llegaré con el cuerpo más fuerte.

Y su sueño intacto…
Con mi papá no sabíamos para dónde íbamos, pero si tú no sabes cuál es el camino, sigue tus sueños, que seguramente es el camino correcto.

Con información de Revista Bocas

Fuente: Boyacaradio.com

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