"Lo mío es genética"

Mikel Landa Meana (Murgia, Álava, 13 de diciembre de 1989) ha hecho un viaje relámpago esta semana para reunirse con sus nuevos compañeros y jefes del Team Sky, su nueva casa para los próximos dos años a pesar de que en el comunicado oficial de su fichaje, el equipo sólo se citaba la temporada 2016. Ha multiplicado su sueldo y sus responsabilidades, que no le pesan. Al contrario, parece que, en contra de lo que le ha pasado a tantos corredores vascos, le dan mayor motivación. Es la gran esperanza, el relevo soñado de la generación de los Purito, Valverde y Contador.

Pregunta. ¿Qué tal en Londres?
Respuesta. Ha sido muy rápido todo. Hemos hecho las pruebas médicas que pide la UCI y he conocido al personal: médicos entrenadores, compañeros... Hemos visitado la sede de la empresa Sky y poco más.

P. Viene de un equipo grande como el Astana. Pero el Sky está aún más arriba. ¿Le ha sorprendido algo?
R. La cantidad de gente que tienen detrás. Además de los masajistas, mecánicos y demás auxiliares normales, el personal de prensa, de marketing... Muchísima gente.

P. Decía Froome que no le conocía.
R. No, hasta este lunes no habíamos hablado nunca. Fue muy poco tiempo, porque él salía a la presentación del Tour. Y me pareció muy buen tío, una persona común que no quiere destacar por encima.

P. David Brailsford, el jefe, también le ha hablado del programa.
R. Bueno, por encima. Lo que está claro es que seré el líder para el Giro. El equipo está muy ilusionado con ese reto y yo me siento muy halagado porque confían mucho en mí.

P. ¿Le dejarán tomar parte en la confección de la alineación?
R. Sí, te dejan elegir. Lógicamente, la última decisión es de David y a lo largo de la temporada se irá viendo. [Dario] Cioni será el director en el Giro y también influirá. Pero los corredores también tenemos que aportar sobre quiénes corren y quiénes no. Tendré a lo largo de la temporada un grupo de 10 o 12 corredores que estarán más cerca de mí y entre ellos saldrá el nueve.

P. ¿Ayuda la presencia de cuatro corredores españoles más en el Sky?
R. Algo ayuda, pero al final da un poco igual. En el Astana cuando llegué no había y me adapté rápidamente.

P. Se le veía un buen corredor, pero ¡no tan bueno como se le ha visto este año! Es que no le ha aguantado casi nadie, por no decir nadie, cuando ha acelerado en montaña.
R. También ha sido una sorpresa para mí. En el Giro quería una etapa y la carrera fue una sorpresa continua, como el resto de la temporada.

P. Le vimos llorar cuando ganó en Aia, la etapa de la Vuelta al País Vasco. Pero luego, en los etapones del Giro y la Vuelta, ni una lágrima.
R. Ya le fui cogiendo el tranquillo [risas]. Aquella victoria fue muy especial después de un invierno complicado [agarró un citomegalvirus que le privó de bicicleta entre noviembre y mediados de febrero]. Ganar en casa con mi gente después de haber estado triste en casa, con ayuda de la familia. Nunca he tenido lesiones, nunca me había tocado nada malo con la bici... Y claro, aquel día en Aia fue muy especial.

P. No sé si le han dado alguna explicación a su rapidísima puesta en forma.
R. No lo sé, no encuentro una explicación, no controlas todo, ni para mal ni, como en este caso, para bien.

P. Ya sabe lo que pasa en este deporte, a los que andan mucho los toman por sospechosos.
R. No he notado reproches en ese sentido. Gané con 20 años en Neila y luego no ganaba. Ya sabía que este deporte es de fondo y necesitas unos años para poder destacar. Yo he madurado más despacio.

P. ¿Se le puede decir a los aficionados menos fanáticos que el ciclismo es un deporte limpio?
R. Sí, lo es. Hoy en día hay muchos controles.

P. Hace un año, el Astana vivía una investigación judicial, la UCI estudiaba retirarle la licencia WorldTour, que al final salvó. Pero pocos dijeron como usted que seguiría en el equipo aunque lo bajaran de categoría. Nibali, desde luego, no.
R. Es que creía en la gente que teníamos allí y que los que habían dado positivo había sido por su cuenta. Fue un momento difícil, hubo un poco de tensión. En cuanto a la comparación, nuestro momento era muy diferente. Él era el líder y su situación no era cómoda.

P. Claro, la diferencia de sueldos era grande. Pero se ha acortado.
R. Sí, pero todavía hay bastante diferencia entre lo que ganamos él y yo.

P. ¿Se deja algo que decir sobre el Astana?
R. Nada, no tengo nada que reprocharle al equipo. Tenían sus líderes y entiendo que no había más hueco.

P. Pero usted no es de los que callan. Gana en Andorra y dice "la libertad me la he dado yo, no el equipo". Ganan la Vuelta con Aru en Cercedilla y aún en la bici reprocha al seleccionador Javier Mínguez "falta de consideración" por su ausencia en la preselección para el Mundial. ¿No le puede traer problemas tanta espontaneidad?
R. A veces me perjudicará, pero no puedo evitar ser como soy. Y si cambio quizá pueda perder otras cualidades. Intentaré controlarme cuando pueda, pero me perjudicaría más cambiar mi forma de ser.

P. Mínguez le dijo que sin Tour no hay Juegos Olímpicos. ¿Convencerá a Froome para que le lleve a Francia?
R. Ya me gustaría, pero no lo sé. Será difícil, no he pensado en ello. Aunque los Juegos sí me llaman, porque por el recorrido tendría opciones reales. De momento, mi plan abarca solamente el Giro.

P. Recién llegado del podio en el Giro, usted dijo: "a los vascos nos cuesta más sacrificarnos".
R. Sí... Quizá sea más correcto que nos cuesta más madurar. Lo hemos tenido más fácil. He tenido carreras a las puertas de mi casa hasta aficionados. Dos por fin de semana, carrera el sábado y el domingo. Equipos para elegir, del Orbea al WorldTour con Euskaltel. Así cuesta más darse cuenta de las cosas. Si te comparas con un colombiano, por ejemplo, que tiene que dejar su país, su famlia para vivir su deporte en Europa. O el mismo Aru, que dejó Cerdeña a los 15 años para ser ciclista. Yo sigo viviendo con mis padres.

P. Siempre se habló de que el problema de los vascos era la excesiva presión de la afición, de la prensa. Un ciclista apuntaba y luego la presión podía con él.
R. A lo mejor es que los veían mejores de lo que en realidad eran. Mi referente, cuando empecé a interesarme por la competición, era Iban Mayo. Me gustaba su carácter y su forma de correr.

P. En montaña, pero si quiere llegar a lo más alto, tendrá que ser mejor contrarrelojista.
R. Es un fallo que tenemos también muchos vascos. Hay muchas carreras, pero no tantas contrarreloj. Es algo que lo dejas, lo vas dejando y cuando te hace falta, pues no lo tienes. Si no llego a perder cuatro minutos en la crono del Giro habría sido otra carrera. Voy a trabajar mucho en ello. Creo que es cuestión de encontrar la posición y echarle horas encima de la bici. Con eso y cuatro consejos creo que mejoraré.

P. Perdone, pero en su época del Euskaltel había quien decía que no trabajaba lo suficiente. Un poco vago, vamos.
R. Si fuera así no habría llegado donde estoy. Lo que pasa es que he madurado un poco más tarde.

P. Recuerde cómo empezó todo lo suyo con el ciclismo.
R. Siempre me había llamado la atención y me apunté a club ciclista a los 13 o 14 años. En cadetes y juveniles nos juntábamos dos clubes y conocí a mucha gente con la que coincidimos. Me enganchó más el ambiente entre nosotros, la cuadrilla, que la propia bici. Aunque la bici también...

P. Y sin especial atención fue llegando a profesionales. ¿Por ambición, por suerte, porque simplemente es muy bueno?
R. Quizá sea por eso, porque soy bueno. Al final entrenaba cada día, pero si pelearlo tanto como otros. Fueron pasando las épocas y cuando me quise dar cuenta estab ahí. Yo creo que lo mío es genética.

P. Es la gran esperanza para todos los que seguimos el ciclismo. Se le señala como el relevo de la mejor generación del ciclismo español. Lo dice Pedro Delgado, lo rubrica Miguel Indurain. ¿Demasiada presión?
R. Es un poco de presión, pero ilusionante. Tengo ganas de dar este nivel que se me pide. Mi evolución ha generado muchas expectativas. Habrá que ver, estoy analizando la temporada, veo lo que he conseguido y la gente que me conoce sabe que me lo creo y que voy a pelear por por conseguir lo que me piden.