"Mi preocupación ahora mismo es si me marcho a desconectar unos días al Barco de Valdeorras o a la Ribeira Sacra". Resignado, franco, tranquilo, socarrón en ocasiones. Ezequiel Mosquera está cerca de cumplir un año alejado de las carreteras después de que se le encontrase hidroxietil en un control de la Vuelta aunque los análisis posteriores dejasen claro que no había nada raro en su cuerpo. Sin embargo, el caso sigue sin solución. Está cansado de la situación, pero avisa de que aún tiene paciencia para seguir peleando por proteger su nombre y porque se haga justicia.

-Ha pasado casi un año desde que arrancase todo esto. ¿En qué fase anímica se encuentra Ezequiel Mosquera en estos momentos?

-Pues la verdad es que no lo sé. Es una cuestión de resignarte. Si todo sale bien no sé si en el futuro alguien me pedirá disculpas o no. Que se demore en el tiempo, vale; que me hacen perder el año, vale; pero tengo claro que no me pueden sancionar por esto.

-De todos modos, ha demostrado una gran capacidad para encajar.

-Los primeros meses son difíciles pero luego vas centrando la cabeza en otra cosa porque de lo contrario sería imposible llevar la situación. Ahora me rompo la cabeza pensando en si me voy unos días al Barco de Valdeorras o a la Ribeira Sacra. En esas cosas es en las que desconecto del ciclismo, son mi plan B. Mientras pienso en otra cosa no me acuerdo del ciclismo y estoy tranquilo. Lo que ocurre es que estás relajado, te suena el teléfono y te dicen esto o lo otro.... estoy tan harto de todo. Las cosas no son tan difíciles, lo que pasa es que lo quieren hacer difícil. Hay que tener la cabeza bien amueblada, una familia que te apoya, amigos cerca... Si el ciclismo lo fuese todo, es evidente que esto sería el final. Yo pienso que hay que tener la suficiente mentalidad para darte cuenta de que no todo es ciclismo, que es una parte de la vida. Lo peor de todo es que te carguen con un muerto que no debes cargar.

-Lo que ocurre es que aquí nadie le ha castigado, pero ya lleva un año sancionado.

-Justicia preventiva lo llaman (sonríe). Ya estamos acostumbrados a ella en el ciclismo. Sabes el deporte en el que estás, lo debes tener siempre presente. Estás arriba, en la Bola del Mundo, y debes ser consciente de que a la mínima no habrá compasión y mucho menos si tu equipo es el Xacobeo. Eso hay que tenerlo claro y ser consciente de que ni en la Bola del Mundo estás allá arriba ni ahora en lo más bajo. Hay que buscar un término medio y llevar la situación con paciencia. Sé que la mía la están poniendo a prueba, pero tengo suficiente.

-¿En todo esto ha sido un problema para usted apellidarse Mosquera o ser de un equipo de provincias?

-No quiero ser tan así, pero a veces cuando yo pedía un juicio individual era porque no se juzga lo que deben. Pero las historias acaban al final y tengo confianza en que ésta pueda finalizar bien.

-¿Le vale de algo que los laboratorios de Madrid y Colonia dejasen claro que no había nada en su cuerpo?

-Lo que ocurre es que yo lo digo y parece que mi palabra no vale de nada. Estoy seguro de que si de toda esta historia se llega a la conclusión de que no había nada, habrá gente con la mente retorcida que le dará vueltas y dirá que si no aparece algo ilegal es "por chiripa". Me vale algo. Sabes el deporte en el que estás y por eso sabes que no puedes pretender que te crean al cien por cien.

-Se han pasado meses analizando, preguntando, pero no acaban de encontrar nada.

-Buscaron, bien que buscaron. Yo dije en esa carta que escribí hace unos días que es una aberración científica que el hidroxietil esté tipificado como un enmascarante de EPO. Pero el hecho de estar tipificado así quiere decir que si hubiesen encontrado cualquier rastro de otra sustancia me habrían liquidado seguro. Cualquier cosa, la mínima, asociada al hidroxietil habría provocado que el proceso hubiese ido a la velocidad de la luz. Buscaron, pero no apareció nada. Y es difícil que en los tiempos que estamos, acostumbrados a contaminaciones de todo tipo, no te encuentren un resto de cualquier cosa y sin embargo no ha sido así.

-El proceso está lleno de irregularidades como el hecho de que las muestras se sabe desde el principio de quién son, se envían a Colonia sin que lo sepa usted, se filtra su nombre porque interesaba en aquel momento que se conociese que era Mosquera el afectado...

-Un cúmulo de casualidades (se ríe). Es increíble ¿verdad? Bueno, pues habrá que creer en las casualidades. No puedo pensar en esto porque me cruzo. Lo que más te cuesta en este tiempo es ser políticamente correcto. Hasta el momento lo he sido y no quiero dejar de serlo. Será al final de todo cuando hagamos balance. En estos momentos hay que conservar la calma y no decir lo que piensas porque sería tirar piedras cuando nuestro propio tejado.

-Porque ganas no faltaron de salir a decir cuatro barbaridades...

-Más de una vez, pero siempre tienes que ser consciente del escenario en el que te mueves y al final eres ciclista y el ciclista en el siglo XXI es la especie más vulnerable y vulnerada que hay. Debes ser consciente de esto porque si no es imposible de superar esta clase de situaciones.

-¿Le ve final a esta historia?

-Hombre, algún día tendrá que acabar.

-¿Pero lo ve próximo? El otro día la Federación aún insistía en que tu caso estaba siguiendo el procedimiento normal.

-Sí claro, al final la culpa del retraso va a ser mía.

-Pero ¿tiene alguna esperanza de que tendrá un final cercano?

-No sé. En la nota la Federación decía que se estaban siguiendo los plazos de la legalidad internacional porque los plazos de la legalidad nacional hace tiempo que se superaron. Te das cuenta de cómo va todo.

-En todo este tiempo no ha visto ni un euro de su contrato con el Vacansoleil.

-Así es. Hay que tratar de ser un poco lógico y ponerte también en el lugar de los otros pensando siempre que esto se iba a arreglar en una semanas. Pero estamos en agosto y ya ves qué año más estéril he pasado.

-¿Se siente agraviado viendo el comportamiento que diferentes estamentos toman con respecto a usted y al caso de Contador?

-No quiero entrar en discusiones ni en guerras absurdas. Contador es el mejor del mundo con diferencia, pero es cierto que desde el primer momento y viendo cómo se desarrollaban los acontecimientos me sentí... no sé cómo decirlo. Pero esto está así y no hay más vueltas que darle.

-¿Echó algo de menos en Galicia, más respaldo por parte de las autoridades gallegas?

-La Federación Galega siempre estuvieron a mi disposición y respetaron mi silencio. Hubo momentos en los que incluso frenaba yo a la gente para evitar más tensión. ¿Por parte de la clase política? Pues... no pretendo ayuda. No debía necesitarla, pero tampoco esperaba apoyos.

-¿Cuál fue el peor momento de todo desde que comenzó esta historia?

-Tuve tantos... el primero debió ser el peor. Yo no sé si la gente es capaz de imaginar lo que supone diez días después de no parar, de aquí para allá, que tratas de atender a todo el mundo por no decirle no a nadie. De repente te llama un periodista y te dice una cosa que tú ni esperas, ni cuentas, ni crees. Eso hay que vivirlo para saber lo que es. Aún por encima, siguiendo los consejos de la gente, sales a contar lo que sabes sin admitir preguntas porque hace solo tres horas que te esteraste y poco más puedes decir, y resulta que sienta mal. Entonces piensas qué es lo que has hecho. De ser un héroe pasas a ser el anticristo que vino al mundo en forma de ciclista. Eso hay que ser fuerte para soportarlo. Los primeros titulares me hicieron mucho daño.

-¿Y después?

-Bueno, vas encajando mucho mejor haciéndote una idea del escenario en el que estás. Hay noticias que te duelen más que otras. Pero lo peor es la espera cuando ves que llevas siete meses aguardando con la esperanza de que la UCI archive el caso y ves que lo remiten hacia España. Se pasan la pelota y nadie arregla nada. Ves que eres un segundo plato que no hay prisa por solucionar. A partir de ahí es todo resignación, pero el peor momento fue el primero.

-¿Necesita la sensación de volver a correr, de ganar?

-No lo sé. Puedo decir que correr hace años que es una profesión, no diversión. El último año que disfruté compitiendo fue el 2005 con lo que con eso ya digo todo. A partir de ahí la manera de vivir la competición, la exigencia, el hecho de que te juegas el pan encima de la bicicleta y sobre todo cuesta arriba, que es lo que nos pasa a los escaladores... ese sufrimiento te impide disfrutar del orgullo que puede ser ciclista profesional. Correr es como examinarte todos los días. Te puede gustar estudiar, pero no examinarte siempre. Y la competición es algo así. No sé si le gustará a alguien, pero supongo que no. No voy a decir que echo de menos la competición, que sufro por el hecho de estar en casa y no competir. Lo que fastidia es no poder ejercer tu profesión y que te den semejantes palos después de lo que has sufrido durante estos años de ciclismo profesional. Pero me gustaría volver a correr y tener la sensación de ganar aunque solo sea para pegar una ostia en el manillar para reivindicar lo que me pasó. Pero tampoco son cosas que me vengan a la cabeza en estos momentos.

-¿Y qué ha sido para usted lo mejor de todo este tiempo?

-La nena. El embarazo fue terrible porque la etapa importante coincidió con toda esta movida. Por momentos estuvimos cagados de miedo porque la madre perdía peso, la pequeña se estancó en algún momento. Pasamos regular, pero cuando nació y ahora que se ríe contigo te cae la baba

-Todo esto habrá que contártelo a la pequeña en algún momento.

-Algún día, cuando tenga uso de razón habrá que decirle "mira Ánxela. Papá subió una montaña y cuando estaba arriba le pegaron una patada tan grande que pasó todo un año dando tumbos y a día de hoy aún no sabe dónde aterrizó".