«El año pasado fue una locura, a estas alturas llevaba ya tres fugas»

DEPORTES

11 sep 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Serafín Martínez fue uno de los corredores que puso rumbo a la aventura en la etapa de ayer. El gallego del Xacobeo, que lució el maillot de la montaña el año pasado, compartió escapada con José Antonio López Gil, el Malagueta, y el ucraniano Grivko. Un sueño con fecha de caducidad marcada por los equipos de los velocistas. Duró casi 140 kilómetros.

-¿Llegó a pensar en algún momento que la fuga podía prosperar?

-A falta de unos veinte kilómetros para la meta era optimista, Vidal me iba animando, me decía que la ventaja no bajaba. Nos hicimos ilusiones. Pero los equipos de los velocistas pusieron más hombres a tirar y la diferencia empezó a reducirse. Es difícil llegar a meta porque el pelotón es implacable. Pero hay que moverse, buscar la fuga. No quiero que la gente se pregunte si yo estaba o no en esta carrera.

-¿Se entendió bien con sus compañeros de aventura?

-Perfectamente. Nos dimos la mano cuando nos cazaron. El Malagueta iba un poco justo, pero el ucraniano iba muy bien, en el llano su ritmo llegaba a asfixiarme. Cuando arranqué del pelotón hubo un momento en el que pensé que me tendría que dar una paliza en solitario con viento en contra. Menos mal que pronto llegaron ellos.

-El Malagueta dice que lleva más de 1.200 kilómetros de fugas.

-Se mete cada tute el hombre... Tiene muchísimo mérito.

-¿Tiene alguna escapada en su agenda?

-Tenía intención de hacer algo en las jornadas pirenaicas, pero fue imposible. La etapa del sábado la he marcado con una cruz bien grande.

-Esta es su segunda Vuelta. ¿Es muy distinta de la de su estreno como profesional?

-Es muy diferente. En el 2007 todo surgió a última hora. La verdad es que yo no era muy consciente de lo que pasaba. Alcancé el liderato de montaña el primer día y en Galicia. Se me hizo todo muy grande. Lo daba todo todos los días y llegaba vacío a meta. En la décima etapa ya estaba deseando irme a casa. Me levantaba sin fuerzas. Pero todo ha cambiado. Me lo he tomado con más calma en los primeros días, en los que iba muy pendiente de Ezequiel. Me encuentro cansado, pero recupero mejor. A partir de ahora me toca intentar meterme en escapadas. El año pasado fue una locura, a estas alturas llevaba ya tres fugas. Y no pude acabar la carrera.

-¿Llegará esta vez a Madrid?

-No debería haber problema, salvo imprevistos. Mi único miedo son las caídas. Ya llevo dos en esta Vuelta. En la última, la de la etapa de Toledo, me hice daño en una rodilla. Sufrí molestias sobre todo los dos primeros días. No tengo problemas, pero uno de los cortes, el que me hice con el plato grande de la bicicleta, es profundo. No ha cicatrizado. No puedo ponerle puntos, porque no podría pedalear con ellos y tendría que irme a casa.