"A mí me gusta el ciclismo a la antigua, épico"

Javier Aramendía, con la iglesia de Santiago de Funes al fondo. ZABAL

Ser ciclista profesional en Funes implica salir a entrenarse solo la mayoría de los días. Terreno ondulado, repechero, viento, soledad, muchas horas para darle vueltas a la cabeza... Mimbres con los que Javier Aramendía aspira a hacerse un buen clasicómano.

Usted llegó el año pasado en profesionales con muy buen cartel, ¿cómo ha sido el aterrizaje?

Cuando pasé de juveniles a aficionados me decían que la diferencia era grande, y no la noté tanto. Éste cambio es mucho más grande, pero he ido a pasitos. Primero a Orbea, después Euskaltel... ese año de rodaje ha sido bueno y necesario.

¿Qué ha aprendido?

Sobre todo disciplina y responsabilidad. He aprendido a tomarme esto como un trabajo y un hobby a la vez.

¿Es posible?

Yo creo que sí. Es un trabajo en el que disfruto. Cuando vas adelante y sufres disfrutas más que cuando lo pasas mal a cola.

A usted le ficharon por tres años, ¿tiene sensación de ser un proyecto de largo recorrido?

En parte sí, pero cuando corro no estoy pensando en que me quedan tres año por delante. Yo voy a tope en cada carrera, a darlo todo. No entiendo que la gente se tome la competición como entrenamiento de otras carreras, yo voy a disputar todo, sino me quedaría en el sofá de casa. Hombre, otra cosa es estar adelante en las carreras, que no siempre puedes.

¿Cuál es su plan de vida deportivo?

Nadie lo sabe. Chente dijo una vez que lo primero que tienes que saber cuando eres ciclista es cuál es tu sitio y para que vales. En amateur puedes ser un escalador de la leche, y aquí no subir nada. A mí lo que me encanta son las clásicas, es lo que me apasiona. En España quizá no se viven tanto, pero en el norte de Europa los ganadores de clásicas son leyendas, y todas son carreras épicas. A mí me gusta el ciclismo épico.

Usted tiene dibujo de clasicómano.

Puede que tenga planta, y estoy trabajando mucho para llegar lo mejor posible a esas carreras y aprender. En las clásicas el que está adelante en el kilómetro 270 es porque tiene buenas piernas. Ahí no hay ni equipo ni nada, es un cuerpo contra cuerpo, ni pinganillo ni nada.

Usted y el pinganillo...

Ni ver, eso es ciclismo organizado, y a mí el que me gusta es el épico, el de la antigua usanza. Me acuerdo perfectamente del ataque de Vinokourov a 500 metros de meta en los Campos Elíseos que rompió en mil pedazos la carrera.

El ciclismo no está en su mejor momento, ¿cómo lo vive usted?

Pues es una tormenta que antes o después pasará, aunque la bola de problemas cada vez se está haciendo más grande. Yo estoy convencido de que el ciclismo es un deporte por el que merece la pena luchar, y aunque cada día se hable más de dopaje esta tormenta pasará.

¿Le afecta?

No, tramposos hay en todos los campos de la vida. El año pasado las cosas estaban peor que en éste. Ya pasará...