Einer Rubio, fiel reflejo del campesino boyacense - Ciclismo Internacional

Einer Rubio, fiel reflejo del campesino boyacense

Por @Kokispokes

Nació hace 21 años en el municipio de Chíquiza –conocido como San Pedro de Iguaque– Departamento de Boyacá, a 2480 msnm. Sus padres Libardo Rubio y María Reyes, humildes y laboriosos campesinos, dieron vida a tres mujeres y dos varones. El benjamín, Einer Augusto Rubio Reyes, proclamado recientemente subcampeón del Giro de Italia Sub23, accedió a conversar con humildad y sinceridad sobre su familia, su niñez, sus inicios en el ciclismo y sueños.

FAMILIA Y NIÑEZ

Los Rubio Reyes son fieles representantes del carácter boyacense quienes, en su mayoría, viven en la ruralidad, profundamente aferrados al campo y respetuosos. La riqueza cultural de esta zona de Colombia es un reflejo de la autenticidad de sus habitantes. Einer describe en mucho, o en todo, sus orígenes. Directo y sin carátulas. “Mi niñez fue como la de muchos niños campesinos, desde pequeños ayudando en las labores del campo, aprendiendo de las costumbres y de la cultura que es difícil obtener en la ciudad”, cuenta a ‘CiclismoInternacional.com’. Recordar es vivir, su tono de voz lo delata: “Allá éramos conocidos de todo el mundo, en las tardes nos reuníamos para jugar fútbol, montar bicicleta o ir a las casas de los amigos”.

Como la mayoría de los jóvenes de su edad, es amante de la música, dice escuchar de todo: “Me gusta la carranga, la música autóctona boyacense me gusta muchísimo. Me gustan las canciones decentes, me gustan todos los géneros, pero nada que incite a la violencia”.

La campiña ofrece aire puro, tranquilidad, ríos cristalinos e inolvidables paisajes para el deleite todos. Los citadinos la añoran. Sin embargo, toda esa belleza contrasta con las diarias luchas de sus habitantes para salir adelante, cada día es un puerto fuera de categoría que debe sortearse. “El campo es duro, el trabajo es duro, pero estoy muy contento. Así fue como empecé a formar el carácter que me permite enfrentar la vida con mayor facilidad”.

En esta zona de Colombia, muchas familias viven de la agricultura y la ganadería de subsistencia; son tesoneras, le ponen el pecho al viento, a la vida misma. “En el campo cultivábamos papa, algo de ganado pero muy poco. Éramos una familia muy pobre. Bueno, aún lo somos. Vivíamos el día a día, tuvimos que irnos, pues estábamos a más de 3000 metros de altitud en una zona donde no había agua. Hubo una época que no llovió y, luego de pérdida tras pérdida, no pudimos más y debimos abandonar el campo”.
La familia debió buscar nuevos horizontes y emigró a la ciudad. Juntos tomaron rumbo a Bogotá, esa enorme urbe de ocho millones de habitantes, un bosque de concreto, verdaderos desconocidos ante su nueva realidad; pero curtidos con la resiliencia propia de su raza, para seguir enfrentando los embates de la vida y sacar lo mejor de ella en sus nuevas circunstancias. “Completé mi último año de secundaria en Bogotá. La adaptación a mi nuevo entorno fue difícil, imagínese, luego de vivir en el campo…”.

INICIOS EN EL CICLISMO

El pequeño escalador chiquicense de ojos claros nunca había entrenado o competido en su tierra natal. “Cuando dejé Boyacá tenía 15 años, aún no practicaba ciclismo de lleno, tal vez lo hacía por diversión o para ir al colegio. Quizás algún domingo salía a un pueblo, pero nada en serio”, explica. Aun así, conocía vagamente de sus naturales condiciones para la escalada. Entre risas y algo de picardía, afirma: “Antes tenía que bajar 3.5 kilómetros hasta el colegio, de regreso a casa todo era subida, y de algo servían”.

El ciclismo estaba en sus venas, tenía fijamente marcado su propósito. Sabía desde antes que el deporte de las bielas y los pedales eran lo suyo: “Tan pronto terminé mi secundaria, me dediqué al deporte, como siempre lo había querido y era mi deseo”.

Ilusionado por integrarse a un club, deseaba que alguien lo guiara para iniciar el soñado camino de convertirse en renombrado ciclista profesional. Desconocedor de qué entrenar y cómo hacerlo, pero con la firme convicción de seguir construyendo su camino y, sobretodo, empezar en la tierra de sus progenitores.

“Deseaba hacerlo en Boyacá. Quería que si algún día me iba bien, dijeran que yo había dado mis primeros pasos en un equipo boyacense. Inicié en un pequeño club de Sora, también en Boyacá”, cuenta. Ahí, bajo la tutela de Quintiliano Rivera, empezó a hacer sus primeras armas en el deporte, durante su primer año de juvenil.

Emocionado y optimista por las primeras experiencias sobre la bicicleta y más decidido que antes, buscó labrar su propio camino y hacer todos los esfuerzos a su alcance para seguir soñando. “Decidí regresar al departamento que me vio nacer, esta vez me hospedé en casa de mi hermana en Paipa. Sin embargo, me tocó muy duro. Debía entrenar en la mañana, trabajar en la tarde en ‘La Rusa'”.

¿Y qué es la rusa?, pregunté para aclarar el uso del regionalismo. “‘La rusa’ es trabajar en construcción, cargar cemento, arena, bloques de concreto, un trabajo bastante pesado y agotador, por lo que no podía ejercer el deporte. Ahí duré tres meses y debí renunciar”.

Algunos folcloristas e investigadores como Santiago Rivas Camargo, aducen que el termino se acuñó por el nombre coloquial dado a la herramienta para empañetar (la rusa), y genéricamente utilizado para expresar que se trabaja en construcción.

Una vez más, debía mudarse y viajar hacia la capital colombiana, a casa de sus padres para retomar su proyecto. “Decidí regresar a Bogotá, donde encontré un contacto y me integré al club Monserrate. Empecé a asistir y entrenar con ellos, ahí me percaté que tenía talento, e igualmente ellos vieron que tenía condiciones. Y ahí empezó todo. Ya en el segundo año de juvenil, pasé a la Fundación Esteban Chaves, cuando se armó el equipo”.

Antes de llegar al club Monserrate, y con los ingresos obtenidos de su trabajo en construcción, logró adquirir su primera bicicleta, herramienta que le permitió darse a conocer sobre el asfalto. “La compré gracias al trabajo en la rusa, recuerdo como si fuera hoy que trabajé duro, durísimo, por un par de meses para poder adquirirla. Algunas veces tenía ganas de comprarme una bolsita de papas tostadas u otra golosina, pero me inhibía. Todo era para comprar la cicla, y gracias a eso pude lograrlo”, recuerda Einer Augusto.

Pero había un problema, una vez que tuvo el “caballito de acero” en su poder, supo que no era de su talla. “Recuerdo que la compré, y ni idea que eso tenía que ser por tallas. Me quedó grande, estuve muy incómodo. Así tuve que pedalear y entrenar por muchos meses, tuve que aguantarme. Era un marco 54 o similar. El sillín iba completamente abajo, eso era terrible, todo el tiempo debía agarrarme de la parte inferior del manillar. Más adelante, mi familia vio mi esfuerzo y dedicación y, con muchos sacrificios, cambiamos el marco y poco a poco la fuimos mejorando”.

La Rusa, como la vida misma de este boyacense, de cabello castaño, delgado y fuerte, gesto afable y sencillo, le puso otro obstáculo. Supo sortearlo y confirmó que su carácter se había moldeado gracias a las dificultades vividas en el campo. Su adaptabilidad era inmejorable.

Su paso por el club de ciclismo bogotano Monserrate fue efímero, tal vez lo suficiente para mostrarse. Sin embargo, no fue nada fácil y de alguna manera pagó el derecho de piso. “Con Monserrate estuve tres o cuatro meses. Casi al final de la temporada y mientras preparaban la Vuelta del Porvenir 2015, solo pude competir en tres chequeos. Logré clasificarme para el ansiado evento, pero fui excluido por ser el último en hacerlo”, afirma el novel ciclista.

Fiel creyente que los sueños se cumplen, pudo conseguir un lugar y presentarse con el equipo de la Liga de Bogotá. Sus resultados lo respaldaban, pero había algo más: “Pude asistir al evento representando a la Liga de Bogotá, aunque para ello me cobraron. Eso no estuvo bien, no me cabía en la cabeza. Uno queriendo salir adelante y, en medio de mis dificultades financieras, tuve que pagar para seguir soñando. No se portaron muy bien”.

FUNDACIÓN ESTEBAN CHAVES

Una vez que dio el salto al equipo de la Fundación Esteban Chaves en 2016, y junto a los entrenadores Jairo Chaves y Wilson Sandoval, preparó con determinación y empeño la Vuelta al Porvenir 2016. “A mí el ciclismo me gustaba muchísimo, me enamoré, entrenaba juicioso. Creo que era el más juicioso de la Fundación. No faltaba un día”, expresa, a través de un discurso lento y fluido. Sus palabras reflejan su personalidad, positivas, encauzadas y sin distraerse de su objetivo.

La Vuelta al Porvenir no resultó como lo habían planeado. “Ese año era en Caquetá, el calor nos afectó muchísimo. Nos habíamos preparado todo el año, teníamos con qué ganar, pero no pudimos hacer más. Aún así terminé 9º en la clasificación general”, recuerda de aquella edición en la que se impuso un ‘Jardinerito’ de clase World Tour, Jhojan García.

El sinsabor por no lograr la meta trazada de ganar la clasificación general con el equipo de la Fundación Chaves lo desilusionó: “Me sentí decepcionado, no sabía qué hacer. Localmente tuve contacto con un equipo en Cali, presenté las pruebas, pero no estuvieron muy contentos”.

Con todo esto, recibió la esperada llamada telefónica de Italia. Gino Ferrari, un procurador italiano y fiel seguidor de los semilleros de ciclistas colombianos, no le había perdido la pista. La alegría le invadió, y no era para menos. Ansioso, recurrió a Jairo Chaves para solicitarle ayuda con la pruebas que le habían solicitado. “Don Jairo Chaves me prestó un potenciómetro, me dijeron que hiciera una prueba de 20 minutos. Los resultados arrojados indicaron 300 vatios, algo muy bueno para un juvenil. Quedaron muy satisfechos y empezamos a negociar la vinculación a mi actual equipo ARAN Cucine – VEJUS”.

El viaje debió prepararlo con rapidez, obtener una visa era uno de los trámites más importantes por realizar, según dice. Estaba que no cabía de alegría, tenía entre sus manos la ansiada opción que, con tanto esfuerzo y sacrificio, había buscado y labrado. Aun así, el temor a lo desconocido le preocupaba. “Una bonita opción estaba en mis manos. Pero, por el otro lado, era la primera vez que salía del país, no sabía completamente nada, tampoco con qué me iba a encontrar”.

LA AVENTURA ITALIANA

Los sueños se habían labrado, esto no fue un golpe de suerte, sino de fe y verraquera –tesón, coraje, carácter–. Viajó al sur de Italia en marzo de 2017, a Pago Veiano, pueblo cercano a la cabecera provincial de Benevento y a dos horas de Roma. Se hospedó en casa de su director deportivo, Donato Polvore. “Al llegar fue duro, sobre todo el primer mes. No hablaba el idioma, no podía comunicarme, estaba lejos de mi familia, la comida era un poco diferente, mucha pasta”.

Acostumbrado al cambio, está vez fue más duro. El choque cultural generó ansiedad, confusión, temor. Muchas veces estas emociones pueden ser más fuertes que el deseo mismo y obligan al retorno “Durante el primer mes, me dijeron, ‘tienes la oportunidad de regresarte si deseas'”, y con tono de tranquilidad, como si le hubieran quitado un enorme y pesado trozo del abundante mármol blanco de Carrara, al norte de Italia, afirma: “Menos mal que no pasó así, pues empecé a hablar más el idioma, a comunicarme mejor y todo fue surgiendo y mejorando. En Italia tengo mi segunda familia, vivo en la casa del director del equipo. Ellos son mi segunda familia,estoy muy bien ahí. Estoy feliz de estar allí”.

Una vez logró adaptarse y sobreponerse al “shock” de estar en otro país, enfrentó la razón de su llegada a tierras romanas. Tuvo que aprender aceleradamente el estilo local de competencia, muy diferente a lo que había vivido en su natal Colombia. “La forma de correr es muy diferente, y sobre todo en mi caso, que a pesar de ser juvenil correría en la categoría sub-23. Es un nivel muy distinto, son muy estratégicos, usan mucho la cabeza. El ritmo era intenso en el plano, iban con todo. Al llegar a las subidas ya no habían fuerzas”.

Su primera carrera en territorio italiano fue solo una “probadita”, el aperitivo de lo que vendría posteriormente. “Fue un recorrido plano, un verdadero sufrimiento. No solo por la adaptación que implicaba, sino por las dificultades para conseguir la ubicación y refugiarme del viento y estar bien metidito”.

Con la mejor disposición, poco a poco logró adaptarse al estilo y a la categoría, estaba en etapa de aprendizaje. “Era mi primer año en la categoría sub 23, al menos terminaba las carreras. Algunas veces atacaba, fui mejorando. A diferencia de los locales, que en su primer año no terminaban las carreras o se retiraban, para los directores de mi equipo mis resultados eran muy buenos”

Con su nueva formación debutó en 2017, ganó una carrera regional y obtuvo varios segundos lugares. Asistió con su equipo ARAN Cucine – VEJUS al Giro de Italia Sub 23, logró codearse con los mejores en la subida, en definitiva un buen presagio para 2018.

La segunda temporada europea inició con desaciertos, aún necesitaba afinar algunas cosas. “El comienzo de año fue un poco desafortunado. En las primeras carreras me caía mucho. Pero bueno, esa mala suerte fue pasando poco a poco, hasta que llegó el Giro de Italia Sub-23 y corrí con la Selección Colombia. Pude ganar la quinta etapa y ser segundo en la octava. Creo que en el Giro (2018) pudimos haber ganado la clasificación general si hubiéramos corrido con mayor inteligencia, pero no fue y ya”, recuerda de su paso por el combinado nacional.

En 2019, inició con el Tour Colombia en tierras antioqueñas con la selección tricolor. Estuvo a punto de retirarse por una caída en la primera etapa. Se contuvo y continuó hasta concluir el evento en la posición 65º. Estaba feliz, y esa fue su manera de agradecerle a la afición.

Descansó algunos días antes cruzar el Atlántico nuevamente. Compartió tiempo y momentos con su familia, disfrutó comiendo lo que más añora cuando está lejos de su patria. “Cuando estoy en Italia y regreso a casa, llego de inmediato a comer papita salada, pollito sudado y arrocito – su tono de voz cambia, siempre piensa en su familia-.

Con un respeto y admiración indescriptible, dice de su madre: “Admiro profundamente a mi mamá, es una persona increíble. Ella se quitaba el pan de su boca por dárnoslo, y pienso que por ella es que estoy acá y sigo adelante”.

Había llegado el día de regresar a Pago Veiano. Viajó decidido y resuelto. “Mi objetivo principal es el Giro de Italia Sub 23, y junto con mi equipo haremos todo lo necesario para ganarlo, y si logro obtener un buen resultado, no dudo que se abra una puerta directamente”, pensaba.

Y tuvo razón, su preparación dio sus frutos. Aunque no pudo ganar el Giro Sub23 como había expresado, luchó sin desfallecer hasta el final. Faltaba la última etapa para la conclusión de evento, ocupaba el 3° puesto de la clasificación general. “Estoy a 28” del italiano Alessandro Covi. Hoy hicimos la guerra (etapa 8) y, con las sensaciones que tuve, mañana daré más guerra. Hacer el 1,2,3 sería histórico”, expresó telefónicamente en aquel momento.

Su premonición se cumplió. Ganó sobradamente la última etapa, se coronó campeón de montaña y le arrebató a Covi el 2° puesto, para hacer aún más grande la victoria. Colombia arrasó y se adueño de los tres lugares del podio de la general del Giro.

Ese día, indudablemente rodó cada metro, cada kilómetro, con su familia en mente. “Mis padres son mi motor, me permiten recordar a cada instante, a cada momento, de dónde vengo, y lo mucho que sufrimos. Eso me ayuda en las carreras, a estar mentalmente concentrado.”

Su cabeza no se ha llenado de humo, con pies de plomo dice que eso no ocurrirá. Los valores aprendidos en casa son sus estabilizadores: “Me enseñaron a ser humilde, no creo que los triunfos se me vayan a la cabeza, no lo creo”.

Juventud divino tesoro. “Sueño con ser uno de los mejores del mundo, estar en las carreras con los más laureados, poder disputarlas, pelearlas y ojalá, por qué no, obtener los títulos. Me gustaría pelear el título de cualquier gran vuelta. Ojalá, en las tres que existen actualmente”.

Sabedor que nada es fácil o regalado, expresa sin tapujos que debe mejorar en algunas aspectos del deporte. “Me gustaría mejorar en la contrarreloj, difícilmente podría llegar a ser un ‘cronoman’ porque no tengo las cualidades. Pero deseo mejorar para defenderme y no perder mucho tiempo frente a mis rivales. Por otro lado, aprovechar mis habilidades de escalador para ganar tiempo en la subida y buscar el balance general”.

EL WORLD TOUR, EL SIGUIENTE ESCALÓN

El World Tour está a la vuelta de la esquina. El año anterior cumplió una prueba de una semana con el equipo Deceuninck–Quick Step, en España. Aunque quedaron satisfechos con su desempeño, Einer prefiere ser cauto.

“La verdad que estoy muy contento de haber obtenido este gran resultado en el Giro, se ha logrado a base de muchísimo sacrificio y vale la pena. Ahorita voy a esperar y disfrutar, luego veré las oportunidades que tengo para tomar las mejores decisiones”, analiza.

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Lo que empezó como un sueño lejano, ahora lo es menos. A base de esfuerzo, humildad y resiliencia para sortear los múltiples obstáculos surgidos y, con los resultados bajo el brazo, Einer Rubio, está a las puertas del primer nivel del ciclismo mundial.

Jorge Velosa, cantautor y padre de la música campesina de origen boyacense, que tanto gusta al novel corredor, de alguna manera lo describe en su canción ‘Mi caballito de acero’: “Corre, corre, caballito. Corre, corre sin parar, mi caballito de acero contigo voy a triunfar. Mi sueño no va a ser fácil y más con esa pobreza, que no tengo para comer, menos para mi bicicleta, pero deme que la tenga y nadie me va a parar, mi caballito de acero contigo voy a triunfar”.

Jorge Machado Tencio

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21 pensamientos sobre “Einer Rubio, fiel reflejo del campesino boyacense

  1. Hace unos días, un señor escribió en este medio que en Colombia faltaba apoyo al ciclismo por parte del Estado, y de grandes empresas. Otro señor salió acorregirlo para decirle que en Colombia lo que sobraba era Estado para apoyar al ciclismo y dio ejemplos de como era ese apoyo, que muchas ligas hacen un gran trabajo y que también la gran empresa apoyaba.

    En este estupendo artículo, queda claro que el esfuerzo es de un niño y su familia por sobresalir, trabajar, estudiar y entrenar, inhibirse de los gustos que cualquier niño tendría a su edad. Queda claro cómo ese ese “gran trabajo” de las ligas, cobrándole a un chico sin dinero para poder competir (solo unas pocas si trabajan bien para ser honestos), También muestra el apoyo en Colombia es de pequeños empresarios o quijotes amantes de ciclismo (como la Fundacion Chaves), para nada veo la gran empresa privada.

    Y esto es el ejemplo de un chico que estaba en Bogotá, la Capital del pais, se imaginan un chico en un municipio ignoto de un departamento devorado por la corrupción?

    1. Independientemente: de la Politiquería, del regionalismo, de la falta de apoyo para con nuestros ciclistas, de la camiseta a la cual representan cuando ya son contratados.

      Por ello nosotros, la mayoría de Foristas participantes aquí en CI; entendemos, que es con nuestras “palabras de motivación y felicitación” con las cuales apoyamos, para esa voz de aliento que se necesita, ante tantas vicisitudes y que los medios masivos de comunicación en nuestro País, NO lo hacen como se debe ya que cuando lo realizan es por mediatismo y obligados por tantos y tan buenos resultados.

      Felicito a: Jorge Machado Tencio por tan buena crónica

  2. Grandes notasde este artículo.
    1. Palabras de Einer muestran el poco trabajo que se hace en la mentalidad de un ciclista, habla que no tiene cualidades para la crono, ya está derrotado. Rubio: las cualidades están en la mente, si te propones mejorar en la crono, podras hacerlo. Lo hermoso del ciclismo es que se trata de dar pedal, como diría nuestro filósofo de Urrao, Rigoberto Uran, esto se trata de tener patas, allí los grandotes pueden escalar y los pequeños pueden ir en el plan, pueden sprintar.

    Habla de cómo se perdió el Giro U23 de 2018. Muchos los dijimos en su momento, faltó Dirección, se planteó mal carrera.

    1. Tambien me sorprendio eso que dijo sobre las CRI, definitivamente toca cambiar el chip ese de que somos malos en las cronos, esa creencias nos esta limitando. Comparto tu opinion hay que trabajar la mentalidad de romper creencias del pasado y que aun viven en los ciclistas actuales sin cuestionarlas, tambien me gustaria que los ciclista buscaran apoyo en libros, eventos, de crecimiento personal con personal profesionles en ese campo y asi forjar una mentalidad autentica de GANADORES

  3. me gusto esta cronica, felicitaciones. muy equilibrada y bastante humana. el personaje lo permitio y salio una hermosa cronica de la vida de un deportista humilde que se perfila sino para ser una gran estrella mundial si para ser un ciclista de mucha valia en el lote internacional. para Anibal, creo que no lograste interpretar las palabras de Rubio, entiendo que cuando el dice que no tiene las cualidades se refiere es a su contextura humana que no le da para obtener resultados excelente en relacion a otros ciclistas eurpeos de otra talla y de una morfologia humana diferente a la suya. al contrario creo que tiene en su cabeza la idea que es capaz de triunfar a pesar de su pequena contextura fisica. de nuevo felicitaciones para el autor de esta cronia me gusto mucho.

  4. Wow, qué bella crónica, excelente, Ciclismo Internacional! Esta es la historia de la gran mayoría de ciclistas colombianos que ahora triunfan en Europa. También muy similar a la historia del gran Richard Carapa. Es frase de “el campo es duro”, que Einer dice en la entrevista de esta crónica, la dice también la mamá de Richard en corto video que le hucieron antes del Giro. Y es que, habiendo superado tanta adversidad, con tanto tesón y sacrificio, nuestros ciclistas llegan con cierta ventaja para enfrentar los retos de las duras carreteras europeas. Nada más que admiración y orgullo se siente por estos guerreros campesinos que triunfan en Europa. Como dijo Carlos Arribas en un artículo sobre el origen campesino de Carapaz, esto es algo que ningún ciclista europeo, australiano o norteamericano puede contar.

    1. Muchas gracias, con la entrevista intenté ofrecer la parte humana del deportistas. No dudo que Richard Carapaz, tenga una historia similar. Ojalá y pueda entrevistarlo en algún momento. saludos.

  5. Excelente artículo hay futuro generacional y el ciclismo mundial se beneficia de todos estos valiosos corredores que van saliendo ojalá se sume toda América latina, Argentina, Ecuador etc…

  6. Excelente nota Jorge Machado, ojalá nos regales muchas más… Esta historia la he visto de cerca y de lejos en muchos chicos, pero tristemente son muy pocos los casos exitosos, por eso envío a Einer un abrazo de corazón..Jorge quiero una nota así de humana, por favor, con mi paisano Ardila.

    1. Muchas gracias Arturo, El ciclismo en Colombia es el deporte del campesino, siempre ha estado ligado a la tierra. Sería un placer hacer algo similar o mejor con su paisano Ardila. Ya veremos.

  7. Que bonita historia de una nueva estrella que nace en nuestro ciclismo colombiano adelanta campeón.

  8. Una de tantas historias que tiene nuestro paíz y no solo en el ciclismo, pero da mucha verraquera leerla.

  9. Que belleza de Articulo, Ojala que nunca cambie que siga por el sendero de humildad.
    Que sean muchos los triunfos.
    muchas bendiciones.

  10. Muy bonito y muy bien escrito este artículo, felicitaciones al autor y me alegra mucho El Progreso de Einer.

  11. Con dedicación y disciplina nada es imposible. Einer se vale soñar y trabajar para alcanzar esos sueños. Llevas a Colombia por el mundo especialmente a Boyacá. A mi hija le gusta mucho el si mismo.

Los comentarios están cerrados.

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