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Federico Martín Bahamontes

"Este Tour me ha recordado mucho a los de mi época"

Bahamontes está en forma a sus 78 años. Ahora anda liado organizando la Vuelta a Toledo, pero encontró un hueco para contar a AS cómo se ha divertido con el Tour.

Actualizado a
Federico Martín Bahamontes
Chema Díaz

Al final no ha podido ser, se nos ha ido el Tour en la crono...

Pero el Tour no lo perdimos ayer, ojo, se nos escapó el otro día por dejar al americano (Landis) irse.

¿Se indignó usted con los directores en la etapa de Morzine?

Lo que hicieron es imperdonable. No entiendo a los directores, tanta televisión y tanto pinganillo. Lo más grave es que los dos ciclistas, Pereiro y Sastre, dejaran a sus directores decidir. Que se desconecten el pinganillo del Riis y del otro y ganen el Tour...

¿Hay que prohibir el pinganillo?

Sí, póngalo en letras así de grandes (señala el titular de una primera página de AS). Hay que cortar el cable del director y de la oreja y decir: "Vamos a ganar el Tour".

Fignon y Leblanc hablan de dejar dos pinganillos por equipo.

Ninguno, ninguno... Hay que dejar que vaya más libre el Tour. Eso es como un cantante haciendo play-back. ¿No es más bonito cantar de verdad?

Esos errores también han hecho más divertido el Tour.

Bueno, eso es bonito también, han dado emoción sin querer.

Si usted fuera Carlos Sastre, que le hubiera dicho a Biarne Riis después de la etapa de Morzine.

Que mire a ver por qué no dio órdenes de tirar. Aunque tampoco está bien lo que dijo Sastre, que no podía exprimir a los gregarios porque luego le harían falta. ¡No! ¡Es al revés! Tú tienes que explotarlos ahora para que luego no te hagan falta. ¿Cambia o no cambia? O si no, vete con Landis: los jefes tienen que estar con los jefes.

Tendría el temor de que Landis le reventara luego.

Los jefes con los jefes, ahí es donde demuestras lo que eres.

Un día antes, la etapa de La Toussuire fue épica para España. ¿Es verdad que se emocionó?

Mucho. Esas hazañas españolas no se ven todos los días. Yo con nuestros colores disfruto mucho, porque he vivido fuera de mi país momentos muy difíciles y de emoción máxima, como en el Parque de los Príncipes en el Tour que gané. Pasar de no ser nadie a ser todo. Aún recuerdo aquella recepción en la Embajada de París el 18 de julio de 1959, comiendo paella de pie. Eso no se olvida. Y éstos hicieron ese día algo muy grande.

¿Cómo vio aquella etapa?

Mi mujer y yo estábamos sentados en el sofá, yo agarrado al pantalón iba diciendo: "Fermina, que el líder no está bien". Y ella: "Te quieres callar ya". Había algo que me olía mal, porque el líder no iba nunca entre los primeros. Y los alemanes tirando... Yo creo que éstos han ayudado al americano, sigo mosca con eso.

Y le dio la pájara a Landis...

Cuando vi el pajarón ya no aguantaba en el sillón. Primero y segundo en la general, Pereiro y Sastre, con opciones de ganar el Tour. Eso, vamos, ni soñado.

Primero y segundo sólo lo han hecho Ocaña y Fuente.

Los españoles le hemos dado mucho al Tour. Como en mi época, que siempre me decía Anglade: "Es que tú corres contra tu sombra, porque siempre que te escapas no te podemos coger". Porque a mí cuando me han marcado de cerca, me bajaba la moral o me cabreaba. Y entonces me pasaban dos cosas: o era el doble de fuerte, o me ponía negro y no rendía. ¡Ah! Quiero aclarar de una vez una cosa.

Diga usted...

Siempre se ha dicho que yo no bajaba bien, pero eso era porque yo comía en los descensos para volver a montarla en el siguiente puerto. Eso falta en el ciclismo actual. ¿Quién hace demarrajes secos?

No hay escaladores.

No hay o no los dejan. Ese chaval que ganó en La Toussuire me gusta un montón. ¡Cómo sube ese Rasmussen! Se escapó 170 kilómetros y ganó la Montaña. Entonces, ¿por qué el jefe es el otro? ¿Por qué ponen a Rasmussen a tirar de Menchov en los Pirineos? Estos directores...

Fermina lloró el miércoles...

No ¿Eso dije? El que me emociono soy yo. Ella ve cómo lo vivo, pero a veces no estamos de acuerdo. Ella es del Madrid y yo del Barcelona desde que jugaba con 11 años a las chapas. César, Biosca, Ramallets... Me sé los jugadores de entonces mejor que los de ahora. Igual me pasa con los ciclistas.

Ese mismo día me dijo usted por teléfono: "Qué bonito sería que un español ganara el Tour, porque quienes han fastidiado esto, ahora lo tienen que arreglarlo".

Los corredores y sobre todo los que están alrededor han empeorado el ciclismo. Ellos han hecho el mal que ahora hay que solucionar. ¿Cómo? Ganando el Tour con limpieza para devolver la ilusión. A los españoles se nos hace ahora el vacío, hay que ilusionar a la gente.

¿Ha sido un Tour más limpio?

Al menos se ha corrido muy distinto, sin control en el pelotón, y no me refiero al control antidóping.

¿Los desfallecimientos y las resurrecciones no le recuerdan al ciclismo de siempre?

El ciclismo debe tener pájaras, las ha habido siempre. Las he sufrido yo. Y Coppi, y Kubler, y Fuente... Luego vas aprendiendo con los años. ¿Por qué obtenía yo tan buenos resultados con más de 30 años? Porque aprendí a alimentarme. Cogía el gráfico de la etapa y me iba programando: líquido aquí, comida allá...

Hacía tiempo que tampoco se veían escapadas de salida tan largas y victoriosas como las de Rasmussen y Landis en los Alpes.

Yo llegaba con mucho tiempo perdido a la montaña. En 1956 tenía perdidos 56 minutos en la segunda etapa, porque estaba enfermo. Y acabé cuarto. Todos los días ganaba puestos atacando.

¿Y su escapada más larga?

Cuando gané en Pau en 1964, con cinco puertos, y otra en una Vuelta, entre Logroño y San Sebastián. 180 kilómetros de fuga. Ese día arranqué de salida y llegué a la meta con más de cuatro minutos sobre Marigil. Y en la de Pau hice cuarenta y tantos kilómetros de llano yo solo. Oiga, que yo en el Puy de Dôme saqué minutadas a las figuras en 12 kilómetros. ¿Es que iba cargado Fede? No. Es que entonces era así. Los escaladores metían tiempo en la montaña.

En este Tour no hemos tenido ciclistas-máquina...

El ciclismo ha vivido cosas descaradas, ha jugado con fuego y se ha quemado. Se ha llegado hasta aquí y ahora lo están resolviendo. Eso es lo que hace falta, leña al mono. Que es lo que decía mi mujer el otro día: "Hoy me estoy divirtiendo y éste es el ciclismo que me gusta a mí". Claro, y a mí. Me ha recordado mucho a mi época.

¿Con quién se ha sentido más identificado?

Con Rasmussen. Ahí me he visto yo reflejado. Se lo jugó todo diciendo: "Si me hundo, me hundo". Y ése es el ciclismo bueno. Eso pasa en todo, como en el fútbol: habrá gente muy buena, pero como el Pelusa Maradona, nadie. Hay que ganar y hacerlo bonito.

En este Tour también hemos visto picardías como las suyas. Perico le dijo a Pereiro que atacara bajando para que sus rivales no pudieran comer.

Más que picardías, son tácticas que aprendes con la experiencia. En 1959, yo ataqué en el avituallamiento en la etapa de Aurillac. Hacía tanto calor que Bobet y Gaul se metían en las albercas. Yo le pedí a los míos la comida que tuvieran. "Yo sólo tengo un plátano", me dice uno. Pues dámelo. Me acerqué al director, Langarica, y le dije: "Te pones al lado izquierdo para coger la bolsa, porque los demás lo harán por la derecha". Arranqué y dejé a varios por allí tirados. Hacía tanto calor que por la mañana nos dieron una hoja de repollo para ponernos en la cabeza, unas gafas de plástico y aceite para no quemarnos con el asfalto que se derretía y nos saltaba. Yo gané aquel Tour entre ese día y el Puy de Dôme.

Y aquella de Alomar.

Esa sí que es buena... Se iba con mucha calma, así que le dije: "Alomar, a ver si movemos esto". Atacó y luego se escondió en una alcantarilla. Se aceleró tanto que luego nos costó mucho que volviera a enganchar con el grupo.

¿Qué dice de la Guardia Civil?

Nada, que está cumpliendo su cometido con algo que se debía haber hecho mucho tiempo, pero ahora no se puede dejar a medias. Hay que seguir hasta el final.

El ciclismo limpio es mejor...

Mucho más. Dígame un deporte más bonito que el ciclismo. Etapas en los Alpes, los Pirineos, con lluvia, con nieve, sprints metiendo los codos... ¡Qué gran Tour hemos vivido! ¡Qué pena al final...!