Edición impresa

Actualidad Navarra, Pamplona, Tudela, Estella, Osasuna, Deportes, Gobierno de Navarra, Ayuntamiento de Pamplona, Política, Economía, Trabajo, Sociedad.

20 AÑOS DE UN TOUR HISTÓRICO (Y VII)

José Miguel Echávarri: "Miguel era tan grande que me siento pequeño"

Durante 30 años fue el ideólogo de un equipo, de una fórmula de ciclismo. Hoy, retirado, mira hacia atrás, al Tour del 91, y recuerda

  • LUIS GUINEA . PAMPLONA
Actualizado el 03/07/2011 a las 09:24
Durante toda su vida, José Miguel Echávarri (Abárzuza, 1947) ha sido fiel a un axioma propio: "Saber estar sin estar estando". Trabajar siempre desde la discreción, sin hacer ruido, con la máxima efectividad. Hace tres años Echávarri se hizo a un lado en el mundo del ciclismo. Se fue en silencio y emigró a Estella para dedicarse de lleno a su familia: su mujer María Pilar, sus tres hijos y los nietos. Después de tres décadas de dar batalla sin cuartel necesitaba un descanso. Con el vigésimo aniversario de la primera victoria de Miguel Induráin de fondo surge el recuerdo de toda una vida de ciclismo.
20 años del primer Tour de Miguel, ya son años.
Muchos años, y es muy diferente recordarlo ahora que vivirlo entonces. Ahora que estoy fuera de todo, lo veo de otra manera, como el ciclismo. Sin tensión, sin responsabilidad con la que vivía antes. En 1991 ya llevábamos bastantes tours encima, sabíamos cómo llegar a los objetivos, habíamos encontrado la forma de llevar a la gente -algunos decían que era un poco lento-, pero toda esta historia empieza en 1985.
Cuando Miguel debuta en el Tour.
Exacto, de una forma pausada, sin prisas. Cómo debutó en el Tour en 1985, cómo hizo de gran gregario de Perico en 1988 y se atrevió a ganar una primera etapa en Cauterets, luego hizo entre los diez primeros. 1991 fue recoger la siembra de muchos años. Pero hay que analizar a la persona, al corredor. Miguel se veía desde joven que era alguien especial, y había que saber muy bien dónde ubicarlo. Mi opinión muy personal, Dios me libre de hacer un diagnóstico, es que Miguel era un tipo clarividente. Lo que veía, tac, lo metía en su ordenador, en su cabeza, y lo guardaba. Miguel era muy observador, y nuestra misión era presentarle muchos escenarios posibles. Nosotros teníamos ilusión porque fuera un gran clasicómano, y acabó siendo corredor de grandes vueltas.
¿En 1991 ya pensaba que esto iba a ser así, que después de aquel vendrían cuatro tours más y seguidos?
No, ni mucho menos. Por una cuestión de historia. Si repasamos todos los españoles que hasta entonces habían brillado en el Tour, todos tienen el denominador común de ser buenos escaladores. Miguel rompió todas esas tradiciones. Él era un gran rodador, ¿dónde hacía las diferencias? En la contrarreloj. Luego mejoró en montaña.Una vez conocido el escenario, el Tour, Miguel lo veía y lo analizaba todo: los puertos, los adversarios y sobre todos sus posibilidades. Por eso, a mi entender, todo ese aprendizaje previo fue fundamental. ¿Cómo fue la primera semana? Luego conoció cómo cambia el cuerpo en la segunda. Miguel supo gestionar su forma, su conocimiento, sus objetivos. Nosotros lo único que podíamos hacer era ponerle los medios, todos los posibles, para que él eligiera.
Hay quien cree que Miguel podía haber ganado un Tour más, el de 1990.
Pues posiblemente. Se nos criticó porque podía haber sido el líder en vez de Perico, quizá. Pero más de lo que digamos lo demás, lo que prevaleció fue la condición de Miguel. Analizándolo todo, recordando la etapa que ganó Chozas en Saint Etienne, la escalada del día siguiente, o la victoria de Luz Ardiden hicieron que Miguel pensara para sí que tuviera condiciones para llegar a ser favorito en el Tour, no de ganarlo porque él eso nunca lo dirá, sino de tener opción de pelear por llegar de amarillo a París. Y ahí empezó la serie.
¿Su vida cambia, da un giro a partir de 1991?
Jo. qué es cambiar la vida, no sé qué es cambiar la vida. La vida se compone de muchas situaciones, en el corredor siempre he dicho que es la forma, la suerte y la salud. Pero nosotros para poder mantener a Miguel en el equipo tuvimos la gran suerte de tener detrás a una casa muy potente, fuerte, que pudo abordar todo. En 1991 Miguel era un hombre muy apetecible para muchos equipos y proyectos. Banesto fue vital para el ciclismo español, porque pudo permitirse -ojo, con gran esfuerzo- el lujo de tener a los dos referentes del ciclismo español, que fueron Miguel y Pedro. Eso más un gran equipo a su alrededor. Sin Banesto no hubiera habido los cinco tours de Miguel.
Usted tuvo la fortuna de tener a losmejores.
Pues sí. En esos tiempos hubo colegas míos que lucharon por llevarse a Miguel, y él supongo que las escuchó. Pero Banesto apareció cuando se fue Reynolds, en los cambios siempre hay gente que no puede esperar y se va. Pero Miguel siempre fue un hombre paciente, él era consciente que el líder español de entonces era Perico. Miguel le respetaba mucho, y creo que fue bueno para los dos. Fue bueno para Pedro en 1988 y para Miguel después. Para mí esa convivencia buena fue importantísima.
¿Cómo gestionó usted ese traspaso de poderes, esa transición?
A mí era una cuestión que me quitaba el sueño, me preguntaba: ¿cómo gestionar una situación así sin ofender a nadie? Yo en las contrarreloj nunca dejaba de ir con Perico. El corredor ve las cosas en pequeños detalles, y yo los cuidaba. Miguel creo que pasaba de eso, pero otros no. En 1990 en la salida de Poitiers le dije a Miguel, este año las primeras etapas son el norte, hay que estar atentos hasta Ginebra. si te filtraras en una escapada, sería muy bueno por que quién sabe lo que puede pasar. Ese mismo día se hizo aquella escapada con Bauer, Chiappucci. y sacaron 10 minutos, pero no cogimos esa escapada. A veces las cosas.
¿Colaboró también en esa transición pacífica la forma de ser de Perico, un tipo vivo, inteligente?
Seguro. A Pedro no hace falta decirle nada. Él veía y sentía las cosas, el notó que el aliento de Miguel estaba cerca. Lo que marca las diferencias en el ciclismo son la primera etapa de montaña y las grandes contrarreloj, y en Alençon ese año había una crono larga. Miguel la había estudiado meses antes, a él le gustaba ir a ver los sitios, los campos porque no perdía la perspectiva de sus orígenes. y en esa contrarreloj le sacó 8 segundos a LeMond, y una minutada a los demás. Luego vino Jaca, Val Louron.
En Jaca les criticaron mucho por su actitud.
Sí, pero nosotros siempre hemos corrido con una perspectiva global de la carrera, no con la visión única del día a día. La experiencia ahí es básica, y Perico nos dio mucho en ese sentido. Miguel era un hombre al que había que informarle, darle los elementos para que él decidiera. No había que decirle ataca, sino la carrera está así. Luego él decidía.
¿Miguel era tan listo en carrera como se ha dicho siempre?
Miguel como ciclista era clarividente. Él veía las cosas.El día del Tourmalet, por ejemplo, vio que la carrera iba rota, el pelotón dividido, los demás llegaban justos al final de la subida, y en la bajada tendrían que aprovechar para recuperar. Por eso él atacó para abajo, porque estaba fresco y vio claro que les iba a hacer daño.
¿Usted llegó a conocer a Miguel como ciclista o sólo él se conocía?
Miguel es Miguel. No lo sé. Yo creo que Miguel tuvo cinco años de gloria, pero detrás de todo eso hay muchísimo trabajo, muchísimo sacrificio y mucha paciencia para saber esperar su momento. Un deportista no tiene más de cinco años de plenitud. Miguel fue para arriba poco a poco, pero con saltos cada vez más importantes. En cuatro años hizo doblete en los podios de dos grandes, más el quinto Tour. Ahí no hay casualidades. Miguel trabajaba mucho, entrenaba el que más, estudiaba todo: recorridos, rivales, se estudiaba a sí mismo.
¿Por qué Miguel fue fiel siempre a un mismo equipo?
Yo creo que eso fue parte de su personalidad. Él ha sido siempre muy fiel a su filosofía, a su gente.Ahora la gente está en mil equipos, en mil nacionalidades; Miguel también lo podría haber hecho. Podría haber estado mejor en otro sitio, podía haber cambiado, pero supongo que pensó: si estoy medianamente a gusto aquí, para qué voy acambiar si voy a hacer lo mismo.
¿Miguel hubiera triunfado en el ciclismo de hoy?
A mí me da que Miguel también hubiera sido el mejor. Cada campeón tiene su época y es absurdo intentar hacer comparaciones, pero un hombre que tiene unas muy buenas cualidades, que es serio en su trabajo. al final siempre es bueno.
¿Cree que Miguel podía haber ganado algún Tour más?
Seguro, uno antes u otro después. Pero ¿qué importa eso? Hay cuatro campeones de cinco tours, pero también uno de siete. Con un enorme respeto para cada uno de ellos, todos dejaron el sabor de ser grandes corredores.
¿Cree que la gente ha sabido valorar lo que Induráin y ustedes consiguieron?
No nos equivoquemos, es lo que hizo Miguel. Y sí que se ha valorado.
Pero con aquello ustedes hicieron historia.
Y es verdad. Luego vinieron los tours de Pereiro, de Sastre, de Contador. pero no han sido lo mismo. Yo creo que los triunfos de Miguel se vivían con mucha más pasión que los de ahora. No sé qué ha cambiado, por qué se ha perdido esa pasión. Igual Miguel tenía menos competencia. Ahora está Alonso, Nadal, las motos, el fútbol.
¿Por qué Miguel arrastraba tanto?
Miguel era un tipo natural, y que trataba a todo el mundo con mucho respeto. Su frase, el "hemos estado ahí." calaba en la gente porque era natural, discreto, como sigue siendo ahora. Yo ahora no puedo hablar mucho de Miguel, tampoco hemos conversado profundamente sobre él. Pero antes, cuando yo tenía que plantearle algo le daba toda la información, no para recibir una contestación, a veces bastaba con un gesto. No sé si era disciplina o simplemente que Miguel es así. Es su forma de ser, y él tenía su autoridad, que no se malinterprete.
¿Siente usted que dejó huella, que ha marcado un estilo?
No, para nada. Yo creo que he tenido la suerte de coincidir con Pedro y con Miguel. Lo que me sorprende de todo esto es que la gente de mi generación cuando me encuentra a veces me da las gracias por lo que hicimos, y ves que disfrutaron con aquellos triunfos. La época de Pedro, la de Miguel pasó y nosotros creo que hemos intentado estar con dignidad antes, durante y hemos intentado estar después a la altura. La dignidad para mí es lo más importante en esas situaciones.
¿Usted disfrutaba o sufría en los tours de Miguel?
Claro que disfrutas. Primero por el propio Miguel, porque lo que consiguió fue muy grande. Pero yo sobre todo disfruté por lo que Miguel provocaba de la gente. A mí me gustaba quedarme en un rinconcico y ver. Pero el día a día durante aquellos años fue un sinvivir constantemente, siempre había cosas.
¿Por qué le gustaba quedarse siempre en un segundo plano?
Me gustaba, me gustaba, era mi rinconcico, era mi momento.
¿Qué día fue el que más disfrutó?
No tengo uno en especial, no sabría decirlo. Fueron años en los que vivíamos día a día, convivíamos con mucha gente... no hay un día.
¿Es usted mitómano, guarda muchas cosas?
Sí que he guardado muchas cosas, pero no soy mitómano. Guardo lo bueno y lo malo, yo soy de apuntar pequeñas notas para que no se me olviden las cosas. Tal fecha pasó esto, sólo para que cuando pase el tiempo me acuerde.
¿Se sentará algún día a recordar todo esto cuando pase el tiempo?
No, por ahora no. Es más, creo que algún día me levantaré y tiraré todo.
¿Por qué?
Porque no vale para nada. Son cosas mías. Un día un chaval me regaló un disco duro con toda mi carrera, todas las fotos, entrevistas, las etapas... Me quedé impresionado. Claro que me gusta, pero me cuesta volver a mirar al pasado. Tengo mi servilleta con mi quiniela, y cosas, recuerdos... seguramente llegará un momento en el que tendré que ir a ellos para recordar. ¿Echo de menos el ciclismo? Tengo que ser prudente. Pues hubo un momento en el que me emborraché de ciclismo, y ahora me tengo que desintoxicar, pero no puedo renegar del ciclismo. A mí recordar a toda esa gente que estuvo con nosotros en el Tour es una especie de homenaje, pero para mí.
¿Qué relación tiene con ellos?
Poca, porque al final por aquí ha pasado mucha gente. De vez encuando hablamos, les sigo los pasos... hay personas que me han dicho que soy un poco duro, que paso la página, que cierro el libro. Sí que soy un poco duro, pero soy así.
Pero usted ha sido un poco el padre de todos.
Yo guardo muy buen recuerdo de todos y creo que tengo buena relación con todos, pero ojo no nos equivoquemos. Yo soy el padre entre comillas. Al final sólo conservas una relación estrecha con poca gente. Los míos del Reynolds sí que guardo más relación como Arroyo, Tasio, Laguía... y me preocupo de los que lo pasan mal, creo que debo hacerlo.
¿Y Miguel?
Estuve con él en la última Vuelta a Navarra, nos saludamos. Pero no hay una relación especial, ni quiero yo forzarla porque no sé cómo reaccionaría él ni cómo reaccionaría yo. Con su familia, con su madre, con sus hermanas, me encuentro y hablamos con toda tranquilidad y de cualquier cosa.
¿No le apetece tener una sentada con él?
No, pero no por nada.
¿Ni siquiera a recordar?
Es que yo creo que Miguel no es de los de ponerse recordar. Las cosas vividas están vividas, y ya está. Yo a Miguel no lo voy a dejar de querer nunca. Cuando las personas toman cierta distancia, lo mejor es dejar las cosas como están.
¿Sufrió mucho usted por Induráin?
Sufrir mucho... claro que sufres, pero todo eso se compensa de otras maneras, y lo que ha pasado, ha pasado y ya está. Soy nostálgico, pero hay momentos en los que las situaciones no son fáciles. El corredor no te entiende, la casa...hmm y tú estás en medio. El final no fue fácil.
¿No le dio pena la forma de terminar?
Claro que me dio pena, mucha. Pero qué podía hacer. Yo he metido la pata muchas veces con Miguel, más las veces que me habrá tenido que aguantar mis cosas... Pero tengo la conciencia tranquila, siempre busqué lo mejor para Miguel. Seguro que he sido torpe muchas veces, pero siempre he actuado con la mejor intención. Luego con corredores como Miguel uno no se siente director, no vale el director. Lo que hace falta con un genio como él es darle la información, ya está. Tú tienes un artista, déjale hacer.
¿Por qué nos gustaba y nos gusta tanto Miguel?
Porque es un mito, un genio. Miguel lo tiene todo. Ha ganado, sigue siendo un tipo normal, se pasea en bicicleta por la ciudad, habla con todo el mundo... No hay otro gran ídolo como Miguel, y no sé qué ha hecho para seguir siendo una persona normal. Yo veo a Miguel tan grande, que me siento pequeño, quizá no hemos estado a su altura. Por eso he intentado ser lo más digno posible.
volver arriba

Activar Notificaciones

Continuar

Gracias por elegir Diario de Navarra

Parece que en el navegador.

Con el fin de fomentar un periodismo de calidad e independiente, para poder seguir disfrutando del mejor contenido y asegurar que la página funciona correctamente.

Si quieres ver reducido el impacto de la publicidad puedes suscribirte a la edición digital con acceso a todas las ventajas exclusivas de los suscriptores.

Suscríbete ahora