ENTREVISTA CON José Miguel Echávarri, DIRECTOR DEPORTIVO DE CICLISMO

José Miguel Echávarri: "Creo que el ciclismo ya no necesita a Armstrong, él es de otra época"

SERGI LÓPEZ-EGEA
BARCELONA

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Quiso irse en silencio y sin hacer ruido. Hubo un día del año 2007 en que José Miguel Echávarri pensó que ya no podía aportar ninguna experiencia nueva a un deporte al que dedicó más de 25 años. Vendió sus acciones a Eusebio Unzué, su otra mitad en el ciclismo, y puso fin a una trayectoria como técnico en el deporte de la bicicleta que se inició con Ángel Arroyo --algún día se sabrá la verdad de por qué le quitaron la Vuelta de 1982--, continuó con Pedro Delgado, alcanzó su punto de máximo esplendor con Miguel Induráin y prosiguió luego con Abraham Olano hasta llegar a la época contemporánea.

Con Óscar Pereiro ganó su séptimo Tour y con Alejandro Valverde obtuvo una de sus máximas alegrías, pequeña, tal vez, pero igual de entrañable, al conquistar la Lieja-Bastogne-Lieja. Los mejores corredores españoles desde la década de los 80 han pasado por su equipo. Se le escapó Alberto Contador. Quizá con el corredor de Pinto a sus órdenes Echávarri seguiría pisando la ronda francesa con la misma fuerza que cuando comenzó la aventura y devolvió la fe en 1982 por una carrera que parecía olvidada para el aficionado español.

--En poco tiempo usted pasó de protagonista a espectador.

--Quise apartarme poco a poco, sin hacer ruido. Pero cuando pasas del todo a la nada siempre hay un pequeño tránsito. Ahora veo los toros desde la barrera, a distancia y con algo de objetividad. Lamentablemente te das cuenta de que, como en la obra de Jacinto Benavente, los intereses creados se mantienen vivos en este deporte.

--¿De qué intereses habla?

--Hablo de las guerras, de estas batallas interesadas que tanto daño han hecho al ciclismo en estos últimos años. Los organizadores, por un lado; la Unión Ciclista, por otro. El 2008 ha sido, con diferencia, el mejor año para el ciclismo español en conjunto. Y es a nosotros a los que nos azota la crisis y la mala situación económica mundial con una enorme fuerza. Ganamos carreras, las mejores, y solo hacen que desaparecer pruebas. Solo hay que mirar el caso de Catalunya. Durante muchos años se disputaban tres competiciones de prestigio: la Setmana Catalana, la Volta y la Escalada. Solo queda la Volta, las otras dos han desaparecido.

--Sin embargo, usted lo dice. El 2008 ha sido un gran año en triunfos españoles.

--En efecto. Si hay un país que ha marcado una hegemonía a nivel mundial ha sido España. Lo ha hecho, además, con diferentes protagonistas. Carlos Sastre ha ganado el Tour; Alberto Contador, el Giro y la Vuelta; Alejandro Valverde, algunas de las mejores clásicas, y Samuel Sánchez el extraordinario premio de los aros olímpicos. Ha sido un año para enmarcar. Lamentablemente no se nota el fervor popular que teníamos en otros tiempos cuando disponíamos de un solo vencedor en la figura de Miguel Induráin. Con tantos buenos corredores el éxito se diversifica y no se le saca el partido de entusiasmo que merece un año histórico como este.

--¿A qué cree que se debe esta falta de entusiasmo?

--A las modas y a las etapas cíclicas de la propia vida. Cuando yo decidí acudir al Tour por allá 1982, solo el hecho de asistir era noticia, y no digamos el significado que adquirió el hecho de ganar una etapa. Hemos conseguido el triunfo en los últimos tres Tours y parece que lograr la victoria en París sea un hecho que ya se da por descontado. Hemos acostumbrado a la gente a unos éxitos continuados. Además ahora, aparte del omnipresente fútbol, tenemos la competencia que inició Fernando Alonso con los coches y, fundamentalmente, el gran Rafael Nadal, un deportista que me impone un enorme respeto. La gente ahora divide sus preferencias deportivas mucho más que en tiempos de Induráin.

--Aunque también ha habido un tiempo muy escabroso.

--Cierto. Nuestro colectivo no estuvo muy acertado y ahora hay una mayor consciencia generalizada en el tema del dopaje. Pero a mí no me gusta hablar de que solo existe dopaje en un deporte determinado. Siempre he visto mucha hipocresía. Ahora miro a los sectores financieros. ¿Es que no ha existido otro tipo de dopaje que ha llevado a la ruina a muchas personas? El dopaje siempre ha estado presente, de muchas formas, en la sociedad. No solo en un deporte concreto.

--¿Vivimos una nueva época de la mano de Contador?

--Tal vez se han perdido un par de años en los que Contador podría haber gozado de mayor popularidad. Tanto su victoria en el Tour como la del año anterior de Pereiro se produjeron después de los tristes sucesos de Rasmussen y Landis. El triunfo de Sastre fue distinto. Pero estoy seguro de que Contador enamora, como también debe hacerlo Valverde. Me atrevería a decir que con ellos dos tenemos buenos nadales en el ciclismo.

--En un ciclismo al que retorna Lance Armstrong.

--Creo que el ciclismo ya no necesita a Armstrong, él es de otra época. Lo que ya no sé es lo que puede o quiere demostrar, si solo lo hace por dar a conocer su fundación o si busca algo más. Es malo querer perpetuarse. Puede que el próximo año haga una temporada espléndida, quizás... Pero el ciclismo, repito, ya no lo necesitaba. A mí me duele que su retorno pueda crear una especie de niebla en la imagen de Contador.

--Y ambos llegarán al Tour en un mismo equipo e idéntico objetivo.

--No será fácil la coordinación, por mucha experiencia que tenga Johan Bruyneel como director del equipo. Si uno de ellos queda eliminado enseguida, entonces no habrá problema. Pero si funcionan los dos, entonces... Yo, sin embargo, apuesto por Contador en un duelo con Armstrong.

--¿Volverá Echávarri al ciclismo, como ha hecho Armstrong?

--Rotundamente, no. Estoy defendiendo que han pasado las etapas. La mía ya se ha cumplido y con la suerte de haberla compartido con grandes campeones: Arroyo, Laguía, Delgado, Induráin, Olano, Pereiro, Valverde... No me gustaría caer en la misma situación de Armstrong. Me he ido en silencio y con respeto. Ahora toca animar desde la cuneta y pensar que el ciclismo nunca puede morir porque se rodea de muchas cosas bonitas; de la épica, de una afición fiel, la misma que llena las carreteras de Italia y Francia. Y porque quedan cosas por hacer. Y porque tampoco quiero olvidarme de Freire, otro de nuestros grandes campeones.